Mantienen sus cuentas sanas y no han dejado de pelear por títulos
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CIUDAD DE MÉXICO.- Nunca se han visto las caras en una final de la Copa de Europa, ni en el viejo formato ni en su heredero de Champions League, pero si hay una rivalidad histórica en Europa es la suya. Son Real Madrid y Bayern Munich, los dos gigantes del fútbol europeo que en este convulso siglo XXI para las finanzas de los clubes han logrado escapar de situaciones extremas y, a la vez, mantenerse en la primera línea de fuego en su país y en la Champions.
La llegada al Real Madrid de Florentino Pérez a las puertas del cambio de siglo rescató al club blanco de la amenaza de colocar sus cuentas mucho más allá del rojo. Hoy, la entidad madridista, a pesar de la monumental obra del Santiago Bernanbéu y los efectos de la pandemia, es un ejemplo mundial de cómo mantener las cuentas saneadas y a la vez ser el equipo al que mirar cuando se trata de ganar Champions.
En Alemania, las cuentas del Bayern fueron tan sólidas que en 2003 sirvieron para que el Borussia Dortmund no quebrara gracias a un préstamo desde las arcas bávaras. En Munich se entendió que no había mejor manera de asegurarse su futuro que tener un rival potente y saneado en su casa.
Eso sí, su mundo le levantó en armas el pasado noviembre a la hora de pasar a limpio los acuerdos con Qatar. No por las cantidades y sí por la relación de Doha con los derechos humanos.
Entorno en peligro
La situación de casi todos los clubes que han hecho historia en el fútbol europeo es delicada, o algo más incluso, al estudiar sus balances económicos. En España, los otros tres equipos que han jugado finales de la Champions atraviesan momentos duros. El que más, el Barcelona. Joan Laporta rastrea acuerdos de todo tipo para sacar al club de un estado que le ha alejado de la primera línea de fichajes, que le tiene acorralado a la par que se ha alejado de la élite de la Champions. Nadie sabe la profundidad real del agujero azulgrana.
El Atlético de Madrid no se puede mover a la espera de alguna venta que alivie sus cuentas, presionadas además por el salario de una plantilla en la que, de momento, las no salidas de Saúl y Morata suponen un problema mayúsculo.
En Valencia hace mucho tiempo que todo está en venta y que la prioridad es hacer caja cómo y con quién sea antes que poner las bases de un proyecto que devuelva al equipo a lo que fue a principios de este siglo. Pero lo que de verdad importa en el imperio Lim es vender para no presentar pérdidas de 70 millones, aunque se venda al murciélago.
Los tres gigantes italianos se han visto contra las cuerdas. La Juventus, que era el modelo de gestión y el que se acercó dos veces a una Champions que Italia no toca desde 2010, acumuló deudas masivas, se vio golpeadísima por la pandemia y enredada de nuevo en investigaciones por traspasos irregulares entre 2018 y 2021. Su fidelidad a la Superliga llegó de la mano de ese agobio económico, que ha ido de la mano de una notable caída deportiva que le ha hecho entregar el Scudetto dos temporadas seguidas.
Bajo propiedad china (Suning) el Inter vive en un tobogán continúo de incertidumbre económica. El Scudetto ganado de 2021 no trajo estabilidad, todo lo contrario. El Inter se vio obligado a vender para sobrevivir y Conté se marchó enfadadísimo con el destrozo. Y en esas sigue.
Al otro lado de la acera lombarda, el Milan respira ahora con el regreso a la Champions la pasada temporada tras siete años de ausencia. A principios de junio, se anunció la venta al fondo RedBird Capital y Elliott por 1,200 millones de euros. Aun así, cada paso que da es medido al céntimo.
El Inglaterra, el Chelea ya no es de Abramovich tras las sanciones a los magnates rusos por la invasión de Ucrania. Todo alrededor del equipo de Stamford Bridge son interrogantes.
Al norte, el Liverpool vive ahora un periodo estable en lo económico y brillante en lo deportivo. Pero a orillas del Mersey no olvidan que la Champions ganada con Rafa Benítez en 2005 fue oro cuando estaba al borde del colapso. Dos años después, la empresa estadounidense George Gilett y Tom Hicks se hizo con el club por 250 millones cuando la deuda era de más de 340. El gran valedor del club, el Royal Bank of Scotland, quebró. El milagro llegó en 2010 con la aparición en escena del grupo Fenway Sports Group y su dueño, John W. Henry.
Las manos de Estados Unidos también se adueñaron del Manchester United (Glazer), pero la gestión de la inversión deportiva en Old Trafford es un ejemplo de despilfarro.
Los ‘clubes estado’
PSG y Manchester City son los dos grandes ejemplos de economías sostenidas desde el Golfo Pérsico. Las quejas sobre sus modelos de gestión son constantes. A los ingleses se les lanzó un aviso desde la UEFA en 2020: «La cámara de adjudicación de la UEFA, tras examinar todas las pruebas, ha encontrado que el Manchester City FC cometió graves infracciones del Reglamento de Licencias de Clubes y del Juego Limpio Financiero de la UEFA al exagerar sus ingresos por patrocinio en sus cuentas y en la información de punto de equilibrio presentado a la UEFA entre 2012 y 2016″. Se habló de una expulsión de dos años que quedó en nada después. Mientras, desde Nyon se vigila al PSG, pero de momento no hay medidas más allá de la atención.
La excepción ibérica
Benfica y, sobre todo Porto, son los campeones de Europa que mejor se mueven en el mercado a la hora de rentabilizar sus ventas. Año tras año, una lluvia de millones cae en Da Luz y Das Santas. Los dos clubes han pasado por momentos delicados, con deudas importantes, pero su capacidad para vender jugadores como Joao Felix, Darwin Núnez, Luis Díaz, Éder Militao, Rubén Dias o Fabio Silva acuden al rescate de manera constante para que sus arcas pasen los exámenes de la UEFA.
