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No hace mucho escribí para vos que en el mundo de los potros finos, es decir, de los políticos poderosos y sus deslices amorosos, la búsqueda de damas con alto perfil publicitario como una estrategia política, era algo tan preponderante, como lo es igualmente importante para un actor caminar del brazo de una celebridad en la alfombra roja a la hora de recibir un Oscar. Entre las características que debían albergar dichos especímenes estaban la abundancia de inteligencia, sagacidad e impacto emocional en la sociedad, pero sobre todo, una profusión de belleza física que las convirtiera en una lujosa alhaja como aditivo a sus calidades como mandatarios. A nivel internacional podríamos citar a Melania Trump, ex modelo de origen esloveno acompañando al actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y a nivel nacional a la famosa y también hermosa actriz Angélica Rivera del brazo del mandatario mexicano Enrique Peña Nieto… sin embargo, ha habido damas que han cruzado esa línea de la popularidad para llegar a una altura en la que la única clasificación que les queda como gargantilla al cuello es el ser llamadas con justa razón con el epíteto de “Divas”.  Estas han ido mucho más allá de tener un deseo por llevar una vida cotidiana como esposas fieles de un hombre poderoso, acosadas por reflectores y apareciendo en los diarios y revistas más populares de la farándula y la política. Su idea era mucho más que ser un simple llaverito, un suvenir en el bolsillo de un egocentrista colmado de poder y que al llegar a casa, ser dejado en la mesita de estar.

 

En México y no me importa si en el mundo, nuestras “Divas” poseen esa potestad de tener tan enorme libertad para expresarse que les queda muy corto eso que se ha dado por llamar libre expresión. Hacen, dicen y obtienen lo que quieren casi a un tronar de dedos de todos aquellos a quienes han encantado. Son excepcionales, mixtura de misticismo y aptitud, causan tal hechizo en el público que, al lindar en la adoración, les avalan una gloria preeminente alzándolas por encima de la tierra, a una plataforma donde únicamente ellas tiene cabida como si fueran unas deidades. Tiene un poder tan grande para lograr conquistar el corazón de la gente que no les cuesta nada pasar irremediablemente, al momento de morir a ser parte de una fantástica mitología.

 

Si hablamos del poder que esta damas poseen, basta un par de ejemplos: ¿Qué tal esa famosa montura que un día perteneciera al caudillo a Zapata y que Sasha Montenegro guardara con mucho celo por ser un notable obsequio de parte del entonces presidente López Portillo? Ni qué decir de la célebre cama de la gran emperatriz Carlota de Hamburgo, que en un arranque de amor, el expresidente Gustavo Díaz Ordaz, obsequiara a Irma Consuelo Cielo Serrano Castro, mejor conocida en el mundo del espectáculo como La Tigresa. De su propia boca llegó a decir que como amante él había sido lo mejor de lo mejor. Con el paso de los años y tan atrevida como era llegó a referirse al presidente Vicente Fox en los siguientes términos al cuestionársele sobre el  asunto del Subcomandante Marcos:

 

“Si Marcos viene a nalguear al presidente y éste se dejó, pues lo van a nalguear todos (…) Ya dije lo que tenía que decir”.

 

Los mitos que las envuelven van desde los más sencillos hasta los más fantásticos. Se llegó a decir que desde la casa que María Félix tenía en Polanco, el entonces mandatario mexicano Miguel Alemán Valdés había mandado construir un túnel hasta los Pinos para poder comunicarse con ella con toda libertad. Se decía que la llenaba de alhajas y obsequios.

 

Sin duda alguna una de las joyas más valiosas que ha tenido nuestro país y que aun y cuando su presencia en la actualidad es muy mínima, es considerada por muchos como una diva de las telenovelas. Nos referimos, claro está, a Adela Noriega quien en muy pocos años iluminó con su presencia el mundo del espectáculo. Trabajo que exponía, trabajo que triunfaba. Su sencillez y belleza llegó a cautivar al entonces presidente de la república Carlos Salinas de Gortari con quien, según lo dicta el mito, concibió un hijo con quien actualmente vive en los Estados Unidos. La leyenda igualmente se ha encargado de crear una historia en la que la eterna “Quinceañera” de las telenovelas actualmente se encuentra custodiada y millonariamente protegida en aquella nación del norte.

 

Del mismo modo podríamos citar a Lucía Méndez, claro, antes de ser intervenida por el bisturí, y su relación con  Miguel de la Madrid Hurtado y a Edith González con Santiago Creel, el ex presidenciable… la lista es definitivamente interminable, sin embargo, lo que sí es innegable es el hecho de que todas estas damas, sin llegar a ser cónyuges de estos magnates de la política, sí lograron ser un verdadero diamante para ellos. Lograron posesionarse y meterse tan hondo en sus fantasías sexuales que hicieron cuanto pudieron para lograr llevarlas si no a la cama, sí a lucirse junto a ellas presumiendo así un alto grado de egocentrismo. Sería difícil saber quién trepó sobre quién pues ellas por sí mismas y por su propio peso tenían un poder de atraer a las masas a causa de su insuperable belleza… hoy por hoy las cosas no han variado mucho aunque existan muy pocas divas a la vista. Hoy los potros de la política siguen buscándose divas, sin embargo han cedido a una tentación que muchos han catalogado como error, esto es, el llegar a casarse con ellas.

 

En la actualidad la gran mayoría de los mexicanos han optado por guardarse el deseo de acudir a las urnas para expresar su voto. Cada vez son más los que ven el mundo de la política como un espectáculo telenovelesco en el que siempre ganan los protagonistas, los que tienen más poder y que los antagonistas, por más que deseen sobresalir, siempre habrá algo que los pare en seco.

 

Habrá muchas que podrán autodenominarse divas, pero no hay nada mejor que sea el mismo público el que les de tal mote. Verónica Castro es una de ellas, la gran diva de México. Sea como fuere, tanto usted que ahora lee y yo que ahora escribo, se sobra sabemos que como María Félix, con todo y sus excentricidades y poderes que como diva se permitía, muy pocas lucieron y pusieron muy en alto el nombre de México. Adieu.

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