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Un día al fotógrafo húngaro Robert Capa se le ocurrió denominar Generación X a todo aquellos humanos nacidos del año 1965 a 1981.

 

Quien ahora escribe y muchos de los que ahora leen pertenecemos a esa generación. Bien podríamos decir que no hay nada que nos puedan contar y que no tengamos conocimiento. Bien podríamos hablar de sucesos históricos, artistas de renombre y toda la amplitud de la tecnología.

 

Somos una generación que dentro de las muchas restricciones sociales imperantes en nuestra época juvenil, muchos nos revelamos al escuchar a John Lennon, Paul McCartney, Ringo Star, Los BeeeGees y otros muchos. Para nosotros significó un escape a una prisión emocional en la que habían caído nuestros padres y en la que deseaban a toda costa mantenernos cautivos. Tuvimos a bien vivir la época hippie muy a nuestro estilo. Éramos de los que aguardábamos el fin de semana para ir al antro con los amigos y ataviados con altísimos zapatos de plataforma, pantalones muy al estilo Elvis Presley y altos copetes de Cesar Costa o Manolo Muñoz. Tuvimos a bien ver el nacimiento de lo que fue llamado el Rock en Español gracias a la bendita Movida Española que trajo consigo una gran variedad de cantantes y grupos ibéricos que vinieron a hacer de las suyas en territorio nacional. Muchos de ellos anhelaban pisar México como un trampolín que los llevara a los Estados Unidos, pero advirtieron sabiamente que México era fiel si eran cautivados por su música. Claro, apenas la década de los ochenta llegó y los mexicanos comenzaron a adoptar una enorme diversidad de estilos musicales provenientes de Europa y Sudamérica. De pronto Soda Stereo, Enanitos Verdes, Hombres G tocaban y llenaban estadios.Fue la generación X la que tuvo a bien parir a los grandes del deporte. Entre ellos y dentro del futbol, el gran Pelé, Maradona y otros tantos.

 

Por el lado de la ciencia tuvimos a bien ser coparticipes, aunque fuera por medio de periódicos, la radio o la televisión, de la llegada del hombre a la luna. La fascinación con la que vimos a Neil Armstrong poner un pie en piso lunar, es algo que hasta la fecha recordamos como algo que pareciera reciente. Lejos habían quedado nuestras lecturas de Julio Verne y Orson Wells fantaseando con la pluma sobre estos sucesos. Ahora estaba ahí y frente a nuestros ojos un hombre embutido en un bromoso traje blanco indicándonos a cientos de kilómetros de que el universo era nuestro. Nos tocó vivirlo y con ello, el inicio de una etapa en el que la ciencia y la tecnología no pararía en adelante. Desde entonces han sido muchos los descubrimientos y avances que en verdad nos han sorprendido.

 

Hoy, sentados cómodamente en nuestra sala, tenemos toda la libertad de presumir que podemos tomar un disco de vinilo de nuestra colección favorita, colocarlo en nuestro tocadiscos y ponernos a recordar los ayeres. De igual modo, y esto es lo grandioso, podemos tomar una memoriaUSB en la que tengamos cientos de canciones, colocarla en nuestro aparato de reproducción musical y del mismo modo, relajarnos escuchándolo. La generación X tiene la enorme dicha de extender su mano izquierda al pasado y la derecha al futuro. Tiene la bendición de encontrarse en un punto medio en el que el pretérito y el futuro se encontraron en un punto X como X es llamada esta generación. Notable es que el futuro nos alcanzó tan rápido, que no nos dio oportunidad de olvidar el pasado. Por eso nos encontramos aquí, con un pasado inmediato que nos cuesta tanto trabajo olvidar y que deseamos a cada momento retornar.

 

Es tanto el poder de la generación X, que es tiempo que en celebraciones como bodas, cumpleaños o alguna otra ceremonia, dentro del repertorio musical forzosamente va incrustado una buena ración de música sesentera, setentera y ochentera. Nos hace poderosos ver a los denominados Milenials entonando a voz en cuello melodías que nos pertenecieron sólo a nosotros y que ahora ellos las hacen propias.

 

Mírese al espejo. Ya no tiene dieciocho, ni diecinueve, ni siquiera treinta. Algunas arrugas ribetean su rostro y su cabello ya empieza a cubrirse de nieve. Nada de qué lamentarse y sí mucho de qué regocijarse. Lea bien, cierre sus ojos, respire hondo, muy hondo y verá todo lo que se le vendrá a la mente… ¡Ah, que delicia!, ¡qué tiempos de regocijo en los que la frase de Amor y Paz era lo único que nos importaba.

 

Pertenecemos a la Generación X, no lo olvide, la única generación capaz de ser como Jano, el dios griego que podía ver el pasado y el futuro al mismo tiempo y eso, eso lo pone a usted en un sitio privilegiado y que debe agradecer infinitamente. Adieu.

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