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El Athletic deja fuera al Atlético de Madrid de la Supercopa de España

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MARCA CLARO

 

ESPAÑA.- El Atlético de Madrid, que había marcado un gol tras un tiro de esquina, recibió poco después dos goles tras saque de esquina, de modo que será el Athletic, a mayor gloria de Nico Williams, autor de la diana decisiva (1-2), quien discuta el orden establecido en la final del domingo ante el Real Madrid. Uno y otro equipo eran los invitados a una fiesta, la de Arabia, que en todo caso no se organiza para ellos, no había más que ver la grada, pero, ya que se queda, la tropa de Marcelino tratará de llevarse el gato al agua también en el último baile. Ni un ápice de rebeldía mostró el rival ante su triste suerte, dejando además la infame acción final de Giménez en la que la tecnología no tuvo más remedio que convertir en roja lo que el del silbato había dejado en amarilla.

Superada la hora de juego la puso desde el córner Lemar y la remató desde lejos Joao. La pelota voló hacia el palo y de ahí a la espalda de Unai para alojarse mansa en la red. El meta había dudado, como había dudado Yeray, pero la acción tuvo buena dosis de infortunio. A Marcelino no le quedó ahí otra que tirarse con todo a por el empate… para topar con la victoria. Fue cuestión de forzar dos visitas a la esquina, con Vesga, Raúl García y Nico ya en el campo, para que Yeray rematara la primera directa a la jaula y para que Iñigo rematara la segunda al cuerpo de su compañero Dani García para que en la acción posterior marcara el menor de los Williams, todo ello sin que el Atlético tuviera la dignidad de darse por aludido.

En el arranque los focos apuntaron inmediatamente a Suárez, pero en el banquillo también estaban De Paul y Cunha lo que, añadido a la lesión que dejó a Griezmann en Madrid, se traducía en que Simeone configuraba una alineación con 11 tipos que ganaron la Liga. Parece increíble ahora, pero así fue. Marcelino, por su parte, tapó el hueco que deja Vencedor con Zarraga, tal y como ya había hecho en Vitoria. La primera parte, en todo caso, apenas duró diez minutos, que a su vez podrían dividirse en unos siete para el Atlético y unos tres para el Athletic. Así de escasa se quedó, por mucho que prometiera cuando el equipo de Simeone sacó de centro, Lemar la sirvió larga y Joao la puso en la red tras un control exquisito. Estaba el luso en claro fuera de juego y aquello se anuló, pero parecía una tarjeta de presentación.

Que aún tuvo continuidad en sendos disparos desviados, otra vez de Joao el primero, de Correa el segundo, y en una reclamación de penalti a Lemar en la acción de Berenguer. Hasta ahí. Respondió el Athletic por fin, apenas espectador hasta entonces, con un balón filtrado por Sancet para que Williams topara con Oblak y con otra acción polémica dentro de un área, esta vez sobre el citado Sancet por parte de Kondogbia. Pareció penalti la una y pareció penalti la otra, pero ya se sabe que el fútbol español ha pasado de que la tecnología interviniera para cualquier zarandaja a que tengan que asesinarte para que intervenga. La capacidad para compensar también se apreciaría en las tarjetas, igual perdonó el del silbato la que merecía Dani García que la que se había ganado Llorente, pero eso ya correspondió a los 35 minutos de galbana colectiva que condujeron después al descanso.

Porque el fútbol desmintió enseguida ese ritmo trepidante del arranque. Tuvo más pelota el Atlético, y de hecho la movió mejor que muchas otras veces, pero eso es porque el listón no estaba demasiado alto y a costa de hacerlo sin velocidad alguna, de modo que el Athletic no tenía problema alguno para pertrecharse atrás y tirar de paciencia, a la espera de una contra en la que apareciera Iñaki. La dupla ofensiva bilbaína aparentaba de hecho más peligro, aunque se tratara mucho más de una sensación que de una constatación: tan difícil era encontrar a Sancet y Williams como a Joao y Correa, de modo que aquello se fue afeando. En el tramo final, por ejemplo, hubo muchas más faltas que en el anterior, antes de que unos y otros se retiraran al camerino como si nada hubiera sucedido. Efectivamente, casi nada había sucedido.

Simeone incluyó a Lodi por Llorente, lo que por otra parte significó el traslado de Carrasco a la banda derecha. Se supone que el 14 andaría tocado, el caso es que sus compañeros no lo habían buscado al espacio ni una sola vez. Tampoco duró mucho Kondogbia, que hizo sitio a De Paul. Lo del Atlético por lo físico daría para una enciclopedia, el caso es que por lo futbolístico no cambiaba gran cosa… hasta que cambió. Mérito del Athletic que se rehizo al gol encajado desde el balón parado de Muniain, demérito de un Atlético al que parece sentarle incluso peor, y ya es decir, cualquier escenario favorable. En Arabia, un Williams. Y ahora, la final: ambos con razones recientes para presentarse en ella, pero al fin y al cabo el campeón de nada contra el campeón de nada. Cosas del formato.

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