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Aqu? en confianza

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Iv?n Garza Garc?a

 

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El jueves negro en Culiac?n

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Tendido y largo tiempo puede hablarse de los acontecimientos del llamado ?jueves negro? en Culiac?n. Los hechos, im?genes, reacciones y posturas, son de todos conocidos. A nadie (o casi a nadie) escapa la trascendencia de lo ocurrido. Una lluvia de balas convirti? a la capital sinaloense en la antesala del infierno. Desde entonces y a la fecha, pocos temas de distinta naturaleza han logrado colocarse en los titulares y en los art?culos de opini?n. Por m?s que el gobierno federal ha realizado esfuerzos para sacar el asunto de marras del imaginario colectivo, el fantasma del estado claudicante sigue presente tanto en los an?lisis de expertos como en las conversaciones de cafeter?a.

 

No hay nada que abonar respecto a la falta de estrategia en la planeaci?n y ejecuci?n del operativo mediante el cual pretendi? capturarse al ya famoso Ovidio Guzm?n L?pez. La improvisaci?n, impericia e incapacidad de los encargados de la ambiciosa encomienda, quedaron de manifiesto. Frente a la anterior afirmaci?n, har? un necesario par?ntesis: antes de recibir un rosario de adjetivos calificativos por parte del respetable, me permito aclarar que fue precisamente el Presidente L?pez Obrador quien reconoci? las fallas en la operaci?n implementada; as? es, en su conferencia ma?anera, el gobernante asegur? que el actuar de las autoridades fue precipitado, sin precauci?n ni previsi?n suficientes.

 

Tampoco pondr? en una balanza la perorata que, a manera de justificaci?n, fue propuesta por el mandatario nacional, misma que ha sido repetida incesantemente por sus huestes. ?Vale m?s la vida de las personas que la captura de un criminal?. En eso estamos de acuerdo; no existe argumento racional que pueda combatir tal alegato. Sin embargo, si la prioridad es y ha sido salvaguardar la vida y la integridad de la poblaci?n, ?por qu? llevar a cabo un operativo en las condiciones en las que fue intentado? Luego, ?qui?n o quienes pusieron en riesgo a la sociedad civil?

 

Como suele ocurrir a ?ltimas fechas, las respuestas a esas y otras preguntas son producto de la polarizaci?n. Nuevamente, los dos bandos en los que se nos ha dividido a los mexicanos, nos damos a la tarea de externar nuestras opiniones en uno u otro sentido. Pero, m?s all? de los dimes y diretes; de las porras y las rechiflas, hay aspectos que no deben dejar de preocuparnos. Por ejemplo, la existencia de seis versiones distintas (ofrecidas todas por el gabinete de seguridad) respecto a los hechos del pasado 17 de octubre; la fuerza y capacidad de reacci?n mostrada por la delincuencia organizada ante a las acciones oficiales; el mensaje de empoderamiento enviado a las bandas criminales, las cuales ahora saben (y saben bien) que es posible doblegar a la autoridad a trav?s de balaceras, bloqueos y amenazas; la falta de certeza sobre las negociaciones que hubieron de efectuarse para entregar (o dejar en santa paz) al mencionado Ovidio; el agradecimiento y reconocimiento p?blico que hicieron los miembros de la familia Guzm?n al Presidente L?pez, a trav?s de sus abogados y en plena conferencia de prensa (hecho sin precedentes); el twitt publicado por Iv?n Archivaldo Guzm?n, hijo mayor del ?Chapo?, que en su parte inicial reza: ?Gracias Andr?s Manuel por soltar a Ovidio?? (simplemente, sin palabras); ?la ?tranquilidad espiritual? de la que dice gozar el mandatario mexicano,? caracter?stica que es utilizada como escudo ante las m?s ?cidas cr?ticas; el ?humanismo? con el que ahora pretende revestirse la derrota del estado mexicano; las conductas asumidas por no pocos mexicanos, quienes – haciendo apolog?a del delito – reconocen y hasta alaban a los criminales por la organizaci?n mostrada y la lealtad a su l?der, entre otros botones de muestra.

 

Aqu? en confianza, ?ste es el M?xico de hoy; el pa?s en el que nos toc? vivir. El M?xico donde un empresario honesto puede llegar a ser calificado como un miembro de la delincuencia organizada, mientras que un miembro de la delincuencia organizada es comparado con un h?roe social. El M?xico donde las frases, aforismos y citas simplonas y carentes de contenido, se constituyen en la herramienta fundamental para justificar los yerros cometidos. El M?xico donde la narrativa de lo que sucede en la realidad pesa incluso m?s que la realidad misma. El M?xico en el que los enemigos ?no son los que delinquen y perturban, sino los representantes de algunos medios de comunicaci?n o aquellos a los que gen?ricamente se les llama conservadores. El M?xico donde las autoridades se ven superadas y obligadas a ceder frente a la presi?n de los criminales. El M?xico de los 29 mil 700 homicidios en tan solo diez meses. El M?xico en el que el Presidente, lastimosamente, tiene otros datos. ?Ah? se los dejo para la reflexi?n.

 

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