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Aquí en confianza

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Iván Garza García

 

 

El espejismo del superpeso

 

 

En la narrativa oficial hablar del ya famoso superpeso se ha convertido en el pan de todos los días. Cual si se tratara del resultado de las políticas económicas implementadas por el gobierno federal, la fortaleza de la moneda mexicana es un hecho que se glorifica desde el estrado de cada mañana en el Palacio Nacional y es repetido – con poco análisis y menos cansancio – por las huestes del actual régimen.

 

En principio, debemos reconocer que el peso mexicano es una de las monedas emergentes que más se ha apreciado frente al dólar norteamericano en los últimos meses, mostrando una racha positiva desde finales de 2022; de hecho, a principios de marzo del presente año, la divisa nacional, como si se hubiera tomado su calceose (solo para los lectores de mi generación), logró romper el suelo de los 18 pesos para colocarse en su mejor nivel desde 2018. Así, la solidez de nuestra moneda es presumida  por todo lo alto y se ha convertido en el argumento preferido frente a los cada vez más ácidos cuestionamientos sobre el manejo económico del país por pate del ejecutivo.

 

Siendo sinceros, a todos nos satisface (o debería satisfacer) escuchar buenas noticias; pero ¿es tiempo de echar las campanas al vuelo como se nos propone diariamente? Para responder a esta pregunta debemos ser cautos en extremo y tratar de examinar los factores reales que han permitido a la divisa azteca ganar terreno frente al billete verde; tres son los principales.

 

1.El crecimiento de las remesas; es decir, el dinero que entra a nuestro país y que es enviado a sus familias por los connacionales que se encuentran en el extranjero. Según reportes del Banco de México, las operaciones con remesas alcanzaron una cifra sin precedentes en 2022, lo que supone un progreso del 13.4 por ciento respecto al año anterior, mientras que la curva ascendente continúa este 2023.

 

  1. El incremento en las exportaciones. De acuerdo con datos del INEGI, el año pasado las exportaciones mexicanas de productos (sin incluir servicios) sumaron la nada despreciable cantidad de 578 mil millones de dólares; es decir, 16.9 por ciento más que en 2021.

 

  1. El aumento en la tasa de interés. Apenas hace una semana, la Junta de Gobierno del Banco de México aprobó de manera sorpresiva una nueva extensión de 50 puntos base en la tasa de referencia, para ubicarla en el nivel nunca visto del 11 por ciento. Lo anterior, ensancha el diferencial de tasas entre México y Estados Unidos, lo que hace más atractivo invertir en la moneda mexicana.

 

Ahora bien, ninguna de las razones hasta aquí mencionadas puede atribuirse a la acción gubernamental. De hecho, la última de ellas (el incremento en la tasa de interés) se ha puesto en marcha como un paliativo – hasta ahora insuficiente – para tratar de frenar la descontrolada inflación, misma que rebotó nuevamente el pasado mes de enero, para situarse en 7.91 por ciento a tasa anualizada. En un hecho para Ripley, desde junio de 2021 se han autorizado catorce incrementos a la tasa de interés en un intento de contrarrestar la ingente escalada en los precios de productos y servicios.

 

Dicho en otros términos, si el peso muestra músculo frente al dólar, en buena medida se debe al incremento en la tasa de interés; pero, si el interés aumenta a ritmo acelerado, es una señal de que la inflación en México está lejos, muy lejos de ser controlada. De esa forma, si solo se habla del superpeso y su fortaleza se saca de contexto, entonces – como buenos mexicanos – tendremos otro motivo para celebrar con carne asada y todo; pero, si atendemos a las verdaderas causas, las alertas deben permanecer encendidas, pues mientras la cuarta parte de la población se encuentra sujeta a un crédito o buscará alguno, todas y todos somos consumidores y el inmisericorde castigo a los bolsillos mexicanos parece no tener fin; después de todo, será sumamente complicado comprar la carne para el festejo.

 

Aquí en confianza, dicen los que saben que el mentado superpeso es un espejismo; ahora mismo la musculosa divisa mexicana reciente los primeros embates frente a la quiebra de instituciones bancarias en los feudos del Tío Sam. Lo hemos dicho antes, no es oro todo lo que reluce ni harina todo lo que blanquea. Ante un escenario de inflación que lejos de verse controlado se encuentra en franco aumento, difícilmente las y los mexicanos aprenderemos a comer dólares. Ahí se los dejo para la reflexión.

 

 

 

 

 

Nota. Lo antes expuesto representa

 la opinión personal del autor

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