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Aquí en confianza

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Iván Garza García

 

8M2021; les crecieron alas

 

 

En el país en el que diez mujeres son asesinadas cada día, aún se atreven a llamar “feminazis” a las que salen de sus casas para levantar la voz en un grito desesperado que no alcanza destinatario capaz de responder a sus reclamos.

 

En la nación en la que cada 32 minutos una mujer se convierte en víctima de violación, todavía se critica ácidamente la labor de los colectivos que se organizan con el único fin de hacer visible lo que parece invisible para la sociedad.

 

En la tierra que ha visto desaparecer a casi 21 mil mujeres, la apatía, los ojos cerrados y los oídos sordos, continúan siendo los protagonistas de la aterradora historia.

 

Cierto, aún en el confinamiento producido por la pandemia, en 2020 casi 4 mil mujeres fueron víctimas de homicidio doloso; de los anteriores casos, 940 se catalogaron como feminicidios. Así, durante el año anterior, una mujer fue asesinada cada dos horas y media en México. Por su parte, casi 17 mil violaciones se registraron en el mismo periodo; incluso, según el INEGI, más del 66 por ciento de las mujeres mayores de quince años han sufrido al menos un incidente de violencia emocional, física, sexual o de cualquier otro tipo. En tanto,  de acuerdo al informe dado a conocer por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la violencia de género en todas sus modalidades tuvo – en 2020 – un incremento de casi 30 por ciento con respecto al año 2019. Si los números son crudos, la realidad para las mujeres mexicanas es aun peor.

 

Las rosas rojas, los chocolates y los mensajes de felicitación en las redes sociales no lavan la histórica afrenta. ¿Acaso hay algo que celebrar? Alguien me dijo que felicitar a las mujeres en su día, es como enviar un saludo a los estudiantes el dos de octubre; suscribo la afirmación.

 

Ellas si entendieron el verdadero significado de la lucha; el que otros se niegan a razonar. El 8M2021 las calles de México se tiñeron de morado. Las mujeres todas, a una sola voz, lanzaron sonoros “¡ya basta!”; ¡ni una más!; ¡nos queremos vivas! Algunas formaron parte de las marchas que se verificaron a lo largo y ancho del territorio nacional; otras participaron desde sus casas u oficinas, pero ninguna permaneció pasiva; solo unas cuantas mostraron rechazo ante el acontecimiento. El hartazgo llegó al límite y lo que otrora eran delicados pasos, ayer cimbraron las paredes de los edificios que se encontraron a su camino.

 

El muro que se colocó estratégicamente días antes para proteger el Palacio que habita el que prometió vivir en austeridad, fue convertido por ellas en un memorial para recordar a las víctimas de la violencia. De pronto, todas tenían cientos de nombres, todas se llamaban igual; todas se identificaban entre sí como hermanas y todas exigían justicia a aquel que se autodenominó el mandatario más feminista de todos los tiempos.

 

Luego del estruendo provocado por las manifestantes y sus recurrentes consignas, vino el ensordecedor silencio oficial. Aquella barrera fue un mudo testigo del desencuentro. Sin respuesta a las exigencias ni ofrecimientos concretos, el Presidente de las y los mexicanos se limitó a calificar la marcha por el Día Internacional de la Mujer como “una abierta provocación descarada”; “martillo, marro, gasolina y fuego; eso es lo que predominó”, dijo más tarde en su conferencia “mañanera”. Nada más se agregó; ninguna acción afirmativa se concibió; no hubo atención especial a los justos requerimientos.

 

Aquí en confianza, la indiferencia también es una forma de violencia, eso bien lo saben las mujeres de México; tuvieron que aprenderlo después de tocar la puerta insistentemente sin recibir contestación alguna. Tal vez, en lo sucesivo, una marcha no les resulte suficiente.

 

Originaria de Francisco I. Madero, Coahuila, Vivir Quintana fue convocada por la chilena Mon Laferte para componer una canción que sería interpretada en la conmemoración del año pasado. Acompañadas por el coro del Palomar, con arreglos vocales de Paz Court, las cantautoras hicieron vibrar a más de 80 mil mujeres concentradas en el Zócalo capitalino, a través del tema que se convirtió en un verdadero himno al feminismo y que ahora traigo a cuenta.

 

A ellas, las que son madres, hijas, hermanas, novias, esposas o compañeras; a ellas, a quienes se les ha negado la igualdad sustantiva y se les vulneran sus derechos día con día; a ellas que son la simiente de donde todos provenimos; a ellas, “les sembraron miedo, pero les crecieron alas”. Ahí se los dejo para la reflexión.

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