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Sucesor de Bin Laden murió en operación militar de EU

Sucesor de Bin Laden murió en operación militar de EU

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El presidente Biden dará conferencia de prensa esta tarde para revelar detalles de la operación militar del fin de semana en Kabul

 

Afp

 

WASHINGTON.- Ayman al-Zawahiri, líder de Al-Qaeda tras la muerte de Osama Bin Laden, fue abatido en una operación antiterrorista de Estados Unidos en Kabul.

Una fuente del gobierno norteamericano confirmó que hubo una operación «exitosa» contra un objetivo «importante» de Al Qaeda en Afganistán durante el fin de semana.

«Durante el fin de semana, Estados Unidos llevó a cabo una operación antiterrorista contra un importante blanco de Al Qaida en Afganistán. La operación fue exitosa y no hubo víctimas civiles», dijo.

No dio detalles sobre la operación o la identidad del objetivo, pero el presidente Joe Biden hablará por televisión más tarde, informó la Casa Blanca, sobre esta «operación antiterrorista exitosa».

Este anuncio se produce casi un año después de la caótica retirada de las fuerzas estadunidenses de Afganistán, que permitió a los talibanes recuperar el control del país veinte años después de ser derrocados.

A mediados de julio Estados Unidos anunció que mató al líder del grupo Estado Islámico (EI) en Siria, Maher al Agal, durante un ataque con drones, una operación que «debilitó considerablemente la capacidad» de la organización «para preparar, financiar y llevar a cabo operaciones en la región», afirmó un portavoz militar estadunidense.

 

¿Quién es Ayman al Zawahiri?

El egipcio Ayman al Zawahiri, el líder de Al Qaeda asesinado este fin de semana en Kabul, era un jefe sin carisma, en comparación con su predecesor Osama Bin Laden.

Zawahiri teorizó sobre la ramificación de las células yihadistas, sin llegar a controlarlas hasta su muerte este fin de semana en un ataque estadounidense.

Aunque fue uno de los artífices de los atentados del 11 de septiembre de 2001, «el mayor éxito de Zawahiri es haber mantenido viva a Al Qaeda», según Barak Mendelsohn, profesor de la Universidad de Haverford en Pensilvania.

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Pero tuvo que multiplicar las «franquicias», desde la Península Arábica hasta el Magreb, desde Somalia hasta Afganistán, Siria e Irak. Y aceptar que se fueran emancipando poco a poco.

El teórico de barba tupida y gafas grandes, fácilmente reconocible por un bulto en la frente, se unió a los 15 años a los Hermanos Musulmanes y sobrevivió a más de 40 años de yihad, algo inusual, antes de morir a los 71 años en un ataque con dron.

Fue dado por muerto o agonizante en varias ocasiones, pero recientemente dio señales de vida.

«La aparente mayor fluidez y capacidad de comunicación de Al Zawahiri coincidió con la toma de Afganistán por parte de los talibanes», según un informe de la ONU publicado a mediados de julio.

Al Zawahiri y su camino al terrorismo

Pese a su papel en los atentados de 2001, que llevan la firma de Al Qaeda, nunca adquirió el aura macabra de Osama Bin Laden.

Paradójicamente, Estados Unidos ofreció 25 millones de dólares por su captura, un récord, y al mismo tiempo parecía casi desinteresarse por él.

Hasta que este lunes el propio presidente Joe Biden anunció su muerte durante una «operación antiterrorista» este fin de semana.

Al Zawahiri nació el 19 de junio de 1951 en Maadi, cerca de El Cairo, en una familia burguesa (su padre era médico y su abuelo un gran teólogo de la mezquita Al Azhar en la capital egipcia), y era cirujano.

Su ideología fue precoz. Integra la cofradía de los Hermanos Musulmanes con tan sólo 15 años.

Estuvo encarcelado tres años por su implicación en el asesinato en 1981 del presidente egipcio Anuar al Sadat. Después viajó a Arabia Saudita, Estados Unidos y, por último, Pakistán a mediados de los años 1980, donde atendía como médico a los yihadistas que luchaban contra los soviéticos. Allí conoció a Bin Laden.

Estuvo mucho tiempo al frente de la Yihad Islámica Egipcia (JIE) y se unió a Al Qaida a finales de los 90.

 

¿Quién lo sucederá?

Washington lo incluyó en su «lista negra» por haber apoyado los atentados contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania en agosto de 1998. También fue condenado a muerte en rebeldía en su país por numerosos atentados, en particular uno en Luxor en 1997 en el que murieron 62 personas, de las cuales 58 eran turistas extranjeros.

En 2002 y 2007, fue dado por muerto, pero reapareció. Se convirtió en la mano derecha de Bin Laden y también en su médico.

Él «no está interesado en el combate en las montañas. Reflexiona más a nivel internacional», dijo sobre él Hamid Mir, biógrafo de Bin Laden, citado por el centro de análisis Counter-Extremism Project (CEP).

Con él, de hecho, «Al Qaida se ha descentralizado cada vez más, y la autoridad recaía principalmente en los jefes de sus filiales», añade el CEP, que sin embargo le atribuye un papel destacado en la reorganización de muchos grupos yihadistas.

Desde 2011 vivió escondido entre Pakistán y Afganistán, limitando sus apariciones a videos de sermones monótonos. A su muerte deja una organización en las antípodas de la internacional yihadista en guerra contra Estados Unidos con la que soñaba Bin Laden.

¿Quién tomará las riendas? Corre el nombre de Saif al Adel, ex teniente coronel de las Fuerzas Especiales egipcias y miembro de la vieja guardia de Al Qaida, como su posible sucesor. A menos que surja una generación más joven.

En cualquier caso, la nebulosa tendrá que imponerse frente a su gran rival, el grupo Estado Islámico, con el que choca, ideológica y militarmente.

Según la última evaluación de la ONU, el contexto internacional es «favorable para Al Qaeda, que quiere volver a ser reconocida como la punta de lanza de la yihad global (…) y, en última instancia, podría representar una amenaza mayor».

 

Es pura propaganda

¿Muerto en su balcón en medio de Kabul por un ataque con drones? Los afganos dudaban el martes del anuncio de la muerte del jefe de Al Qaeda, oculto durante meses entre ellos en el corazón de la capital afgana.

“No creo que sea cierto. Es solo propaganda», opinó Fahim Shah, de 66 años, residente en Kabul.

La muerte de Ayman al-Zawahiri, para el que Estados Unidos prometió 25 millones de dólares por cualquier información que permitiera encontrarlo, fue anunciada el lunes por televisión por el presidente Joe Biden.

El domingo por la mañana, hora afgana, «bajo mis órdenes, Estados Unidos llevó a cabo un ataque aéreo sobre Kabul, en Afganistán, que mató al líder de Al Qaeda», presumió Biden en un breve discurso desde la Casa Blanca.

Un ataque con drones, con dos misiles, sin ninguna presencia militar en tierra ni ninguna otra víctima además de Al-Zawahiri, y sin causar daños importantes, precisó un responsable estadunidense.

“Hemos conocido tal propaganda en el pasado y no era verdad. No creo que haya sido asesinado aquí», añadió Fahim Shah.

Abdul Kabir, otro residente de Kabul, escuchó la explosión causada por el ataque el domingo poco después de las 06H15.

Pero, escéptico, pide a Estados Unidos que presente pruebas para apoyar su afirmación de que fue Zawahiri quien fue asesinado.

Deberían mostrar al mundo que mataron a ese hombre y presentar pruebas», afirmó.

 

Ataque aéreo

“Podrían haber matado a otra persona y anunciar que se trataba del jefe de Al Qaeda. Hay muchos otros lugares donde podría esconderse, en Pakistán o incluso en Irak», expresó.

Según los estadunidenses, Ayman Al Zawahiri vivía en una casa de tres pisos situada en Sherpur, un barrio acomodado del centro de la capital afgana, donde varias casas están ocupadas por funcionarios y comandantes talibanes de alto rango.

Fue asesinado mientras se encontraba en su balcón, donde había sido visto en numerosas ocasiones, y durante largo rato.

El domingo, el ministro del Interior afgano negó los informes de un ataque con drones en Kabul, indicando que un cohete había golpeado «una casa vacía» de la capital.

Pero el martes temprano, el portavoz talibán Zabihuláh Mujahid tuiteó que un «ataque aéreo» se llevó a cabo con la ayuda de «drones estadunidenses».

Mohamad Bilal, estudiante, también cree poco probable que el líder de Al Qaeda residiera en Kabul.

“Los jefes de la mayoría de los grupos terroristas, incluidos los talibanes, vivían en Pakistán o en los Emiratos Árabes Unidos cuando estaban en conflicto con las antiguas fuerzas afganas», recordó.

En cambio, para Freshta, una ama de casa que sí cree en la muerte del jefe de Al Qaeda, el hecho de «saber que vivía aquí» en Kabul es «chocante», dice, negándose a dar su apellido.

Crítico del gobierno talibán, un comerciante del centro de la capital, que tampoco quiso ser identificado, consideró que la porosidad de las fronteras afganas hace fácil la entrada de grupos armados.

“No tenemos gobierno. Somos incapaces de protegernos, de proteger nuestro suelo y nuestras propiedades», comentó.

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