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Ciudad de México.– La historia de Salvador Pliego es un ejemplo claro de perseverancia y pasión por el fútbol. Este joven defensa de 24 años y 1.98 metros de altura ha recorrido un camino poco convencional, aceptando oportunidades en distintas partes del mundo para cumplir su sueño: jugar al máximo nivel. Su carrera comenzó en las fuerzas básicas de Pumas y, tras un recorrido internacional que lo llevó desde España hasta Bosnia y Filipinas, hoy está decidido a regresar a América para seguir creciendo, esta vez acompañado de su prometida.
Pliego llegó a la redacción de Mediotiempo para compartir los detalles de su trayectoria, un viaje que comenzó inspirado por su hermana mayor, quien jugaba fútbol. Veinte años después, el futbolista mexicano-estadounidense ha acumulado experiencias únicas: ha vestido la camiseta de Pumas, formó parte de LA Galaxy, pasó por el Leganés de España, jugó en la Segunda División de Bosnia con Kozara Gradiska y, más recientemente, compitió en la Primera División de Filipinas con Davao Águilas.
Aunque nació en la Ciudad de México, la familia de Salvador emigró a Estados Unidos cuando él era pequeño. Fue allí donde dio sus primeros pasos formales en el fútbol, integrándose a las filas de los Red Bulls. Su desempeño le permitió incluso formar parte de la Selección Sub-14 de Estados Unidos. Sin embargo, el llamado de México lo llevó de vuelta al país para integrarse a las fuerzas básicas de Pumas en la categoría Sub-17. Posteriormente, aceptó una oferta para unirse al LA Galaxy, equipo donde tuvo la oportunidad de medir el nivel de la Major League Soccer en una etapa previa a su gran explosión.
“Cuando estuve allá, la MLS no era como la conocemos ahora. En las fuerzas básicas había mucho nivel, pero aún no se veía la llegada de grandes figuras como Messi o Suárez. Ahora ha crecido muchísimo y eso se nota en el talento y la competitividad,” comentó Salvador.
Su siguiente paso lo llevó a Europa, gracias a una recomendación de un excompañero en los Red Bulls que le abrió las puertas del Leganés, en la Segunda División española. “Fui a una prueba de tres semanas y, después de la primera, ya me quedé. Fue una experiencia distinta, especialmente por la pandemia, pero me ayudó mucho a crecer como jugador y persona,” explicó.
Al finalizar su contrato en España, un nuevo reto lo esperaba en Bosnia. Aunque inicialmente se habló de Serbia, fue en el Kozara Gradiska de la Segunda División bosnia donde encontró una oportunidad. La adaptación no fue sencilla: “No hablaba el idioma, la comida era diferente y la cultura también. Pero vine a jugar y a mejorar. Con quienes hablaban inglés me apoyaba, tomé clases de bosnio, y poco a poco fui ganando confianza.”
En su paso por Bosnia, Salvador notó las secuelas de una guerra que marcó la infraestructura del país: “La infraestructura deportiva no es la mejor, pero se está trabajando para mejorar. La gente tiene muchas ganas y eso me motivó.”
Buscando dar un salto hacia la Primera División, Pliego encontró una nueva oportunidad en Asia con los Davao Águilas de Filipinas. “Después de dos temporadas en Bosnia, sentí que era momento de avanzar. En Bosnia es muy complicado subir de Segunda a Primera, porque no hay muchos jugadores que lo logren. Por eso cuando se me acercaron de Filipinas con un proyecto serio, no lo dudé. Nunca había estado en Asia y fue una experiencia que me enriqueció mucho, tanto en lo personal como en lo deportivo.”
Hoy, tras cumplir varios objetivos y con la intención de establecerse cerca de su familia y su prometida, Salvador Pliego está en búsqueda de un club en México o Estados Unidos donde continuar su carrera. “Ahora que tengo una pareja, quiero que mi siguiente paso también sea en mi vida personal. Quiero estabilidad y seguir creciendo en el fútbol. Estoy abierto a oportunidades en ambos países y listo para dar lo mejor,” concluyó.
Salvador Pliego sigue con la misma mentalidad con la que empezó: aprovechar cada oportunidad y nunca rendirse, un espíritu que lo ha llevado a jugar en cuatro continentes y que seguramente lo llevará aún más lejos.
