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Cada que aparece una acusación grave en contra de algún miembro destacado de la 4T, los líderes de este movimiento se apresuran a exonerarlo en automático.

Es el caso de Claudia Sheinbaum con el retirado ministro de la SCJN y miembro de su equipo de campaña, Arturo Zaldívar, quien hoy es investigado por posibles casos de corrupción, amenazas y extorsión.

“Sí, apoyamos al ministro, porque ésta es una persecución política, no tiene nada que ver con su historia”, subrayó la candidata presidencial del oficialismo, en declaraciones hechas en Ensenada, Baja California.

Sin contar con elementos que sustenten sus palabras, Sheinbaum calificó de “persecución política” y “venganza” la investigación ordenada por la ministra presidenta de la SCJN, Norma Piña, en contra de Zaldívar y sus operadores.

Al ministro en retiro lo acusan de vulnerar la autonomía e independencia del Poder Judicial de la Federación, con la intención de satisfacer intereses personales y de terceros.

“Ejerció presión sobre titulares de órganos jurisdiccionales, a través de Carlos Antonio Alpízar Salazar, con el objeto de que resolvieran a favor de sus intereses”, dice el anónimo escrito que originó la investigación J-108-2024 contra Zaldívar.

El mencionado operador del entonces presidente de la SCJN prometía beneficios políticos, económicos, adscripciones favorables, ratificaciones en el cargo y hasta dinero.

Si eso no funcionaba, venían las extorsiones y amenazas de cambios de adscripción, inicios de procedimientos de responsabilidad administrativa o suspensiones, según el escrito.

*El asunto huele muy mal. Se tiene que investigar y no hacer declaraciones a priori sin tener “los pelos de la burra en la mano”, como dicen en mi pueblo.

El documento detalla más casos en los que operadores de Zaldívar habrían presionado a los jueces.

Otro nombre que nos brincó es el de Netzaí Sandoval, coordinador de la ponencia de la autodenominada “ministra del pueblo”, Lenia Batres.

Dice el “escrito de cuenta” que Zaldívar “usó al Instituto Federal de Defensoría Pública, del cual era titular Netzaí Sandoval Ballesteros, para presionar a defensores y asesores jurídicos para que actuaran en procedimientos jurisdiccionales de la forma más conveniente a sus intereses”.

Así los señalamientos, con nombre y apellido, de los operadores del ministro en retiro, quien alguna vez tuvo mi admiración y respeto.

*En octubre del año pasado escribimos sobre una extraña enfermedad llamada porfiria y las dificultades para obtener tratamiento en el sistema de salud pública.

Se trata de un padecimiento de difícil diagnóstico, que provoca dolores tan intensos que requieren ser tratados con opioides, como la morfina.

Arturo Fierro, de 54 años y de quien ya hemos escrito aquí, la padece. A principios de la semana nos mandó un SOS en el que pide, suplica, le ayudemos a conseguir el medicamento hemina humana, debido a que lleva más de un mes en una crisis severa.

Pero hay un pequeño detalle. Cada dosis cuesta entre 10 y 12 mil dólares. Es una vez por mes. No tiene los medios. Por eso acude a los servicios públicos de salud.

Narra su calvario:

“He tenido una neuropatía tremenda, con descargas eléctricas en la base de la columna, las piernas totalmente sin sensibilidad. Si me necesito parar para caminar, tengo que golpearme las piernas para sentirlas y no caerme.

“Debido a lo anterior, he tenido que utilizar bastón, ya que van varias ocasiones que las piernas no me sostienen y me caigo, amén de los movimientos no conscientes de piernas y brazos. Llevo más de mes y medio en mi ‘zona segura’ que es mi habitación. Está en total oscuridad ya que, si la luz del sol se cuela, siento una puñalada desde los ojos hasta el cerebro.

“Las migrañas son incapacitantes. Los dolores y piquetes en las articulaciones son cada vez más frecuentes. El dolor abdominal es incapacitante. Es como si me atravesaran con un hierro ardiente el hígado y me dejaran una brasa candente adentro”.

En su mensaje, de 10 cuartillas, Arturo narra que por recomendación de Cristóbal Béjar, abogado de la Fundación Mexicana para la Porfiria, acudió al IMSS para que le administrarán la hemina humana.

Lo citaron en su clínica familiar a las 8 de la mañana. La doctora que lo recibió no supo qué hacer. Lo mandó a hacerse un análisis en el laboratorio y luego al Hospital General del IMSS Zona 1A Venados. De allí lo mandaron a hematología del Centro Médico Siglo XXI. Vuelta y vuelta sin conseguir la hemina humana, que no se consigue ni en la “farmaciotota” que tanto presumió AMLO. El Presidente, sin embargo, prometió que ningún medicamento faltaría y que, si fuera el caso, lo mandarían traer.

Tiene, con el caso de Arturo, una oportunidad de cumplir su palabra.

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