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La ligereza y la irresponsabilidad. La urgencia por dar resultados al jefe a costa del futuro del país. Para esto es que los legisladores optaron por ponerse a trabajar como pocas veces: una tras otra, iniciativas aprobadas sin el cuidado ni el tiempo de leerlas. Todo en el famoso fast track porque se les acaba el periodo ordinario de sesiones en unas horas, entonces a sacar reformas como si fueran enchiladas, dirían los memes.
La salud de los mexicanos se decidió en tiempo récord: una de las joyas de la Cuarta Transformación y que llevaría a nuestro sistema de salud a los niveles de Dinamarca, dixit de López Obrador, se extinguió a velocidad de la luz. El Insabi, creado para sustituir al Seguro Popular que funcionaba mejor que el Instituto de Salud para el Bienestar, que no logró avanzar más allá de un par de estados en los que se puso aprueba. Con su desaparición ahora todo el sistema de salud público queda en manos del IMSS-Bienestar. Como si el estatus de la sanidad nacional estuviera en óptimas condiciones.
Hace apenas unos días, un estudio elaborado por México Evalúa reveló que en los últimos años disminuyó hasta en un 97 por ciento el presupuesto para atender el cáncer infantil. Justo éste fue uno de los reclamos que hizo la oposición durante el debate en la Cámara de Diputados: tantas muertes a cuestas para que Morena y sus aliados le den más carga a un instituto que busca la forma de darse abasto.
Con las manecillas del reloj avanzando, se palomeó también la desaparición de Financiera Rural; se entregó a la Secretaría de la Defensa Nacional el Tren Maya (y otros bienes) por tiempo indefinido; se modificaron leyes secundarias para la militarización del espacio aéreo; se facilitó la venta de bienes nacionales, quitando facultades a la Función Pública; se dio destino a los recursos que ingresen por turismo extranjero; se prohibió a instituciones de crédito solicitar información privada de usuarios… y se condenó a lo mínimo el futuro científico del país: también desaparece el Conacyt, para dar paso a otra invención cuatroteísta, como el Insabi, y crear el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación (Conacyt), bajo la excusa, adivinen: de que se creaban fideicomisos millonarios y, desde luego, en la 4T ya no hay desvío de recursos…
Después de una sesión maratónica de aprobaciones de rapidito, la iniciativa con la que se reduciría de 48 a 40 horas la jornada laboral por semana quedó congelada, a pesar de que tuvo luz verde en comisiones, los morenistas consideraron que aquí no aplica su prisa por sacar reformas. Aquí sí no vale la mayoría que junto a sus aliados han utilizado para dar rienda suelta a los deseos de Palacio Nacional: el futuro del país se decide a la velocidad en que se truenan los dedos, sin el reparo siquiera de leer las iniciativas. Una práctica morenista, pero que han ejercido todas las fuerzas políticas del país, porque a todos los partidos, cuando les conviene, se decantan por el albazo.

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