
Por/factor
Irlanda.- Los modernos edificios de muchas grandes empresas relucen en el centro de Dublín. Pero a los pies de estos, hay cada vez más tiendas de campaña en las que se refugian personas sin hogar e inmigrantes en situación irregular. Ambos grupos sufren por la crisis de la escasez de la vivienda y los inalcanzables precios en Irlanda. El nuevo jefe de gobierno Simon Harris prometió hace un mes que busca construir 250.000 nuevas viviendas para finales de esta década.
Sin embargo, el crecimiento en el número de inmigrantes agudizó la crisis. La situación se agravó por la guerra en Ucrania: más de 100.000 refugiados ucranianos han llegado a Irlanda sin solicitud de asilo desde que inició el conflicto. Ante esta situación, el gobierno irlandés admite abiertamente que no puede acoger a todos los solicitantes.
Alrededor de la Oficina de Protección Internacional (OPI) de Dublín, encargada de tramitar las solicitudes de asilo, se acumularon tiendas de campaña donde los jóvenes dormían, tenían que lavarse y cocinar en la calle y dependían de locales para cargar la batería de sus teléfonos.
El 1 de mayo, las autoridades irlandesas desalojaron el campamento y distribuyeron a 285 solicitantes de asilo en dos centros de acogida de emergencia. Pero las tiendas de campaña siguen apareciendo allí, para luego volver a ser desalojadas.
La situación repercute en la sociedad irlandesa, históricamente muy abierta. La gente protesta hace meses en las calles gritando «Irlanda está llena». También se incendiaron intencionalmente edificios destinados a convertirse en alojamiento para refugiados en varias partes del país. Según una reciente encuesta del Irish Times, 63 % de la población reclama ahora una política migratoria más estricta.