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La pluma profana – “Estado de excepción”

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“Estado de excepción”

 

Si preguntáramos a un ciudadano común en cualquier ciudad qué significa para él la frase Estado de excepción, creo que podría titubear temiendo equivocarse en su respuesta. Otros, que estén más al tanto de las situaciones internacionales, traería a colación la pulcra imagen de un Bukele, que no es otro que el presidente de El Salvador, utilizando este término para ponerle fin a las organizaciones delictivas en su país.

Estado de excepción. En realidad muchos no están acostumbrados a escuchar este tipo de términos, frases o expresiones. Si hablamos de democracia, bueno, lo hemos escuchado y hasta nos han vendido la idea de que vivimos en un país democrático aunque no lo sea, aunque eso en realidad es otra cosa; a lo que vamos es que existen frases que de pronto aparecen en nuestro de día a día y no sabemos qué significan. El Estado de excepción es simplemente un derecho constitucional, es un sistema de excepción que todo gobierno puede poner en acción si su país está en situaciones particularmente especiales.

Una de las cosas más brillantes del mundo es el hecho de que en todos los tiempos y en todas las épocas, han existido mentes brillantes creando ideas brillantes.  En el caso de gobernar a un país, se tuvieron qué crear libros y más libros escritos por grandes pensadores como Robespierre, Cicerón, Julio Cesar, Voltaire, Aristóteles y otros muchos más para llegar a lo que ahora se utiliza en muchos países. Carlos Marx, por ejemplo, con la creación de El capital, obra cumbre, se han formulado tantas ideas qué, como el Comunismo, han cambiado vidas y países. Fue en Alemania donde el jurista Carl Schmitt, luego de un profundo estudio sobre los gobiernos, formuló esta idea de un Estado de excepción que sirviera al país en cuestión en ciertos momentos de crisis. Con todo y que esa idea en el postrer de los tiempos fue perfeccionada por Giorgio Agamben, fue de la cabeza de Carl de donde se originó.

Indagando en los caminos de Google, me encontré una serie de cosas que justifican un Estado de excepción en un país, y el que más atrapó mi atención es un punto que decía:

“El estado de excepción es aplicable en situaciones de grave alteración del orden público, daño o peligro para la seguridad nacional. Si es así, el presidente de la República, con acuerdo del Consejo de seguridad nacional, podrá declarar todo o parte del territorio nacional en estado de emergencia”

A últimas fechas esa frase ha pasado a ser el pan nuestro de cada día al escuchar en noticieros, diarios impresos o paginas virtuales que un hombre llamado Nayib Armando Bukele, un tipo de porte elegante, voz perfectamente modulada, presencia heroica y de maneras de gobernar al estilo Simón Bolívar, ha optado por defender al cien a su gente.

Este hombre ha implantado en su país, El Salvador, un estado de excepción a raíz de la alta gravedad de inseguridad en la que se encontraba la nación desde hacía muchas décadas y siempre amparada por los malos gobiernos. Bukele, quien fuera elegido por el pueblo hacia el año 2019, estuvo ideando a conciencia algo que diera de golpe contra la delincuencia organizada. Hacerlo implicaba un atentado contra su propia vida al enfrentarse a organizaciones tan poderosas que cuya máquina de movimiento había estado protegida por el gobierno. A un año de la implantación de este Estado de excepción, han sido tomados cautivos cientos y cientos de pandilleros que formaban parte de grupos delictivos que extorsionaba, asaltaba, y asesinaban a inocentes. La gente de El Salvador vivía simplemente asolada por la delincuencia y la paz había sido desterrada de sus calles. Cientos de niños habían sido reclutados para trabajar en las drogas y del mismo modo muchas jovencitas eran violadas. La enorme prisión que Bukele ha mandado hacer para castigar de modo ejemplar a los malos ha causado el desacuerdo y el apoyo de todo el mundo. Y con todo y muchos países piensen que lo que el actual gobierno hace con los malhechores, Bukele defiende su derecho de hacerlo y todo por el bien de una ciudadanía cansada de los abusos. A más de treinta años han sido condenados los pandilleros de organizaciones ancestrales como los Maras salvatruchas cuyos crímenes han pasado a la historia como los más sangrientos.

Habitar un país que ha sido gobernado a lo largo de los muchos sexenios por personajes que prefieren unirse a los delincuentes antes que enfrentarlos, es solo una nación mediocre. México es una nación enorme y poderosa, sin embargo, no ha existido un presidente de entrega total para eliminar a todo aquel que manche los blasones con sangre inocente. Bukele se ha convertido con el paso de los meses en un referente de valentía y amor a su pueblo.

Un Estado de Excepción, situación o privilegio del que no creo podamos gozar un día para recuperar la paz perdida, Adieu.

 

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