El dolor de las familias, jamás termina por las tragedias mineras

BERTHA LÓPEZ

FACTOR

Región Carbonífera.- Las tragedias mineras, dejan lecciones de vida sumamente duras, principalmente para las familias, quienes se rompen, a consecuencia de dichos sucesos, que se desprenden de una noble profesión: el ser mineros, unos por tradición familiar, para otros por necesidad, al considerar que se realizan en estos tiempos por destajo, conforme las toneladas del llamado oro negro, así se obtienen los sueldos, para quienes realizan uno de los oficios más antiguos, que comenzó hace poco más de 130 años, de acuerdo al libro “El Hondo…una cuenta pendiente de la historia” del profesor Ramiro Flores Morales.

Lupita Cabriales, hermana de Mario Alberto Cabriales, hijo de Don Antonio Cabriales, quien no deja de suplicar a las autoridades y a Dios mismo, para que se les conceda el que sea localizado lo más pronto posible, los restos, de aquel minero, que salió a laborar el pasado 3 de agosto del 2022, en el pocito de carbón “El Pinabete”, y que una tragedia lo dejó adentro del desarrollo, al toparse con un “tapón de agua”, que así se le dice al agua acumulada de minas antiguas, que allí se encuentran.

Muchas familias, principalmente los padres de los mineros, sus hijos, no pierden la esperanza, quieren que sus mineros sean recuperados, pese a que nunca volverá a ser lo mismo, están conscientes, pero esperan saber que fueron localizados, que se les podrá dar sepultura, conforme su fe y así tratar de cerrar este episodio, que no cicatrizará, pero estará en paz, al saber que no se quedaron en el interior de lo que ahora es un Tajo a cielo abierto.

Las familias pretenden continuar con su vida, aunque no sea al cien por ciento, incluso aquellos problemas que había cuando los mineros estaban con ellos, ya terminaron, algunos en el olvido, otros ya resueltos de otro modo, ahora son otras circunstancias, quizá más difíciles, donde forzosamente se requiere la presencia del jefe de familia.