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Aquí en confianza

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Iván Garza García

 

Delta + jóvenes + relajamiento = la tercera ola

 

 

Aunque no queramos reconocerlo, la llamada tercera ola de contagios ya llegó a México, pero esta vez el anuncio no fue hecho con redoble de tambores. Así es, el maldito bicho de perenne presencia nomás no da tregua y los esfuerzos de las autoridades sanitarias parecen hacerle lo que el viento a Juárez. De acuerdo con recientes declaraciones del galán otoñal de tiempo completo y subsecretario de salud a ratos, Hugo López – Gatell (a mayores señas, el mismo que llamó golpistas a los padres de niños con cáncer),  durante las últimas cuatro semanas se ha verificado un repunte inusitado en los casos confirmados de COVID – 19.

 

Las razones que motivan el antes referido incremento parecen ser claras. Por un lado, el hartazgo ante las medidas de distanciamiento social no se ha hecho esperar; todos queremos respirar libremente sin el uso del incomodo cubrebocas, dejar de aplicarnos gel antibacterial cada tres minutos y medio, pero – sobre todo – volver a abrazar a los nuestros de manera despreocupada. Por otro lado, la llegada de la vacuna a nuestras vidas ha producido una conducta de relajamiento cada vez más evidente; de pronto pareciera que el antígeno inyectado nos convierte en una especie de súper héroes provistos con capa y escudo antivirus. Por si fuera poco, la variante conocida como Delta también ha hecho su arribo al país, lo que trae como consecuencia una mayor transmisibilidad del mal; de hecho, la mentada cepa es 60 por ciento más contagiosa que el resto, mientras que sus efectos ya se han extendido a todo el mundo. En Estados Unidos, por ejemplo, donde el 55 por ciento de la población ha recibido por lo menos una dosis de la vacuna y el 48 por ciento cuenta con el esquema completo, la variante de marras es la que predomina entre las personas infectadas. Por su parte, en Rusia el 90 por ciento de los contagios están relacionados con la mencionada cepa y en la India (lugar en el que fue detectada por primera vez) el 97 por ciento de los casos tienen el mismo origen.

 

Pero no es únicamente el hartazgo derivado del distanciamiento, el relajamiento frente a la aplicación de la vacuna o la presencia de la variante Delta lo que – en suma – ha generado la tercera ola de contagios; son los jóvenes (debemos decirlo) los que se han convertido en el foco principal de transmisión; ellos y ellas son los que hoy por hoy tienen mayor vida social, cuentan con contactos de riesgo y, adicionalmente, no se encuentran vacunados (salvo casos excepcionales). Lo mismo en las graduaciones que en las fiestas; igual en los viajes que en las reuniones con amigos, la población de hasta 29 años (y uno que otro chavorruco) ha resultado más vulnerable al virus. De poco sirve que la actividad de los restaurantes y antros este estrictamente regulada, cuando en una reunión privada las medidas sanitarias son prácticamente inexistentes. Pensemos por un momento: si alguien es contagiado el viernes o el sábado durante una salida habitual, para el siguiente fin de semana tiene la capacidad de transmitir el virus a las personas con las que se reúna nuevamente, ahora repliquemos esta situación decenas de veces; las resultas son alarmantes.

 

Los números no mienten; la tercera semana de junio se registraron 4 mil 963 casos positivos; en el conteo subsecuente, la estadística mostró 6 mil 105 casos y para la primera semana del  mes de julio se reportaron 8 mil 507 contagios.

 

Aquí en confianza, no es momento de cargarle calor al gobierno federal. En otras ocasiones he sido crítico respecto a la actuación oficial frente a la pandemia y mi postura personal sigue siendo la misma; sin embargo, al tiempo que la autoridad despliega su actividad para ofrecer al respetable la vacuna en el menor tiempo posible, la sociedad en su conjunto somos corresponsables en la erradicación del mal. Nadie puede permanecer estático; a todos nos corresponde poner un grano de arena.

 

Afortunadamente, en Coahuila – gracias a la intervención de los subcomités técnicos regionales impulsados por el gobierno estatal – el semáforo COVID continúa pintado de verde; de nosotros depende que la tercera ola no se convierta en un terrible tsunami. Ahí se los dejo para la reflexión.

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