
Se despide la reliquia de San Judas Tadeo de Sabinas, pero permanece la fe de su pueblo
Por Cristina Flores Cepeda
Sabinas, Coahuila. – Después de cuatro días de recorrer la diócesis de Piedras Negras, la reliquia de San Judas Tadeo —el santo de los imposibles— partió este domingo por la mañana, dejando en los corazones de los fieles una profunda emoción y una renovada esperanza. Fueron jornadas intensas de fervor católico, en las que miles de creyentes acudieron con devoción a venerar y tocar la urna que resguarda un fragmento del brazo del Apóstol.
Durante dos días, la capilla de San Judas Tadeo en Sabinas registró manifestaciones de fe. Desde muy temprano y hasta entrada la noche, familias completas, adultos mayores, enfermos y personas con alguna discapacidad se dieron cita en este espacio, buscando consuelo, pidiendo milagros, agradeciendo favores concedidos y entregando sus oraciones con la certeza de ser escuchados. El sábado, al concluir la misa de las 7, el párroco Juan Gerardo Hernández Briones entregó un emotivo reconocimiento a la señora Gloria Arellano, una de las pioneras que iniciaron la construcción de la capilla.
También se reconoció la labor incansable de la señora Magdalena Escalante, encargada de la capilla, quien con humildad y constancia ha sostenido este espacio de oración, cuidando cada detalle y velando por el bienestar de todos los que acuden en busca de paz espiritual. El sacerdote les dio las gracias a ambas mujeres, destacando su testimonio de servicio y pidiendo a Dios que continúe bendiciendo su vida y su caminar. Durante toda la visita, se privilegió el ingreso de personas vulnerables, especialmente adultos mayores y enfermos. Los Caballeros de Colón ofrecieron su apoyo incondicional en la logística y atención a los feligreses, mientras que diversas corporaciones policiacas resguardaron el perímetro y escoltaron la reliquia con respeto y solemnidad.
La reliquia ya se ha ido, llevándose consigo cientos de intenciones y promesas susurradas en silencio, pero permanece entre nosotros la fe viva, la devoción profunda y la certeza de que San Judas Tadeo intercede por los suyos. En cada vela encendida, en cada oración pronunciada, en cada lágrima derramada, quedó sellado el testimonio de un pueblo que cree, que espera y que ama.
