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Tokio.- El béisbol en Japón vive un fenómeno sin precedentes. No se trata de la liga local ni de las estrellas niponas que han brillado en el extranjero. Esta vez, la fiebre beisbolera tiene un solo nombre: Los Ángeles Dodgers. Con Shohei Ohtani, Yoshinobu Yamamoto y Roki Sasaki como principales protagonistas, la franquicia angelina ha convertido al país en una extensión de Chávez Ravine.
El 20 de marzo, cuando los Dodgers enfrenten a los Chicago Cubs en el Tokyo Dome en el arranque oficial de la temporada de la Major League Baseball (MLB), la ciudad se transformará en un espectáculo pocas veces visto en el deporte. Desde hace meses, las entradas se agotaron, y los boletos en reventa alcanzan cifras exorbitantes. Un simple juego de exhibición en tierras asiáticas se cotiza en 900 dólares, mientras que los tickets para el partido inaugural de la MLB van desde 2,000 hasta 20,000 dólares en el mercado secundario.
Stan Kasten, presidente de los Dodgers, lo expresó con claridad:
«El estadio no tiene capacidad para 100 millones de personas, pero más o menos es la cantidad de japoneses que querrían ver a Shohei Ohtani, Yoshinobu Yamamoto y Roki Sasaki”.
La fiebre por Ohtani es incontrolable. En Japón, las camisetas del actual MVP de la Liga Nacional desaparecen de las tiendas en cuestión de horas. Las zapatillas New Balance que utiliza son casi imposibles de encontrar, y su imagen domina las calles, desde comerciales y revistas hasta productos ajenos al béisbol. Ohtani no es solo un jugador, es un fenómeno global. Y ahora, su equipo ha cruzado el Pacífico para reafirmar su reinado.
Los Cubs también presumen talento japonés
Los Chicago Cubs también cuentan con figuras niponas como Seiya Suzuki y Shota Imanaga, aunque su impacto mediático no se compara con el de Ohtani. Antes del duelo contra los Cubs, los Dodgers se medirán en dos juegos de exhibición frente a los Yomiuri Giants y los Hanshin Tigers, en lo que promete ser un desfile de estrellas en un país donde el béisbol es más que un deporte: es una pasión.
Shohei Ohtani regresa a casa. Y lo hace como el rey indiscutible de Japón.
