
Por/Factor
Venezuela. – Nicolás Maduro, desprovisto de carisma personal y corresponsable, junto con Hugo Chávez, de una de las peores crisis humanitarias y de uno de los mayores colapsos económicos de la historia moderna, se mantiene en el poder en Venezuela, a pesar de un rechazo popular masivo.
Con apenas un 30 por ciento de los votos frente al 67 por ciento obtenido por el líder opositor Edmundo González Urrutia, Maduro mantiene el poder de facto gracias al control de los instrumentos de coerción estatal y a la aplicación sistemática del terrorismo de Estado.
Su fraudulenta juramentación para un tercer mandato presidencial del pasado 10 de enero no resolvió la profunda crisis de legitimidad que enfrenta, ni en el ámbito interno ni en el internacional. Por el contrario, este acto solo subrayó el profundo aislamiento diplomático de su régimen, desprovisto de reconocimiento por gran parte de la comunidad internacional.
Frente a las crecientes presiones de las fuerzas democráticas, tanto internas como externas, que amenazan sus aspiraciones de perpetuarse en el poder, Maduro ha optado por «atrincherarse”. Su estrategia autocrática se fundamenta en una intensificación de la represión y en el cierre sistemático de los canales institucionales, eliminando con ello cualquier posibilidad de una solución pacífica a la crisis que enfrenta Venezuela.