
“No hubo advertencia de la magnitud del huracán; tuvimos mucho miedo”: Dr. Camacho
-Al grupo de neorrositenses los “agarró” cenando
-Corrieron entre el fuerte viento, vidrios y agua
-Una anarquía total en Acapulco; rapiña al por mayor
Por: Cristina Flores Cepeda
Sabinas, Coahuila.- Ya en un lugar seguro, aunque todavía no en casa, después de casi 36 horas de angustia y desesperación, primero por el paso del huracán Otis que arrasó y devastó todo a su paso en Acapulco y luego por no poder comunicarse ni salir del puerto, el doctor Luis Fernando Camacho Ortegón quien estaba en Acapulco, Guerrero, junto con otro grupo de docenes y estudiantes de la Región Carbonífera que lo acompañaron a recibir el premio Nacional de Educación en Ciencias de la Tierra 2023, dijo que “hoy ya vivimos para contarla; pero fue algo indescriptible; la verdad este es un fenómeno donde tú te sientes vulnerable totalmente, porque la fuerza de la naturaleza puede hacer de ti cualquier cosa… Te puede hacer polvo en un segundo. Si pudo hacer polvo, hoteles, palmeras, montaña; levantar un puente y desbaratarlo. No lo puedo negar: lo vivimos con miedo, fue algo muy tormentoso”.
Agregó que son momentos en que no sabes cómo reaccionar. “Es impredecible saber qué sigue, pues el viento se mueve para todos lados y empiezas a ver que salen cosas volando y de repente que está arrancando las puertas y sacando los cuartos los hoteles porque cuando rompía la ventana vaciaba el cuarto; no quedaba nada adentro. Fue muy peligroso, no había lugar donde te pudieras, este, resguardar, que dijera que no te pasaría nada porque, lo más seguro era la zona de sótanos, pero estos se inundaron. Nosotros estábamos cenando cuando empezó a golpear el huracán”.
Es importante mencionar -dijo- que no hubo ninguna alerta de parte de las autoridades; “nos dejaron prácticamente solos, dejaron avanzar el congreso sin advertencia y los congresistas estábamos seguros de que no iba a pasar nada, que era una tormenta muy fuerte porque los mismos acapulqueños estaban diciendo que era muy normal que pasara eso, ellos son de ahí de Acapulco. “Nos quedamos atrapados ahí; eran como las 10:30 de la noche cuando empezó el huracán a reventar ventanas y puertas y ahí es donde ya nos dijeron que teníamos que salir de del restaurante y que nos fuéramos a nuestras habitaciones a resguardar pero ya fue de último momento, de hecho ya no podíamos llegar a la habitación del hotel Mundo Imperial, los elevadores ya estaban suspendidos, las escaleras inundadas se estaban reventando, vidrios por todos lados… había vidrios por todos lados volando como navajas. Ingresamos a una habitación de otros compañeros de la misma universidad, a la que pudimos llegar que estaba en otra torre”.
Luego vino el caos: se fue la energía eléctrica, no había agua ni había Internet; no había forma de comunicarnos con nadie y lo peor que no había ni seguridad pública en la calle, es más, todavía hoy a la hora que nos vinimos que era la 1 de la tarde no había seguridad. Una anarquía total. En plena madrugada del huracán se fueron a meter a los outlets a sacar todo lo de valor, relojes. La gente empezó al principio a sacar algunas cosas pero después llegó gente en camionetas, incluso en camiones cargaron hasta con la bodega, con toda la tienda; hasta anaqueles, refrigeradores, anaqueles, estantería… todo se llevaron pues no hay vigilancia, nada.
Hasta un banco que esta frente al hotel, señaló, se escucharon algunos disparos y nos asomamos a ver qué era por la rejilla de la ventana y vimos que había gente adentro del lugar; pensamos que lo estaban robando. “Pudimos ver gente como hasta los carritos del supermercado se robaron, todas las tiendas, todas las que te puedas imaginar, farmacias, todo se robaron. Hoy ya vienen de regreso, aunque su odisea no ha terminado, pues están en espera de un segundo transporte que los lleve a México y ya después verán la manera de que, en México puedan conseguir un avión porque está la fórmula 1 y también hay problemas de hospedaje y tráfico aéreo.
Por lo pronto, lo que queda a todos ellos, a quienes hicieron este viaje y que lograron salir con vida, sanos y salvos, ilesos, solo con la experiencia y anécdota de lo vivido, es llegar a casa y sobre todo, agradecer a Dios por su misericordia.