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“Se llevaron la lápida de mi niña”: el dolor de un padre tras el robo en la tumba de su hija

“Se llevaron la lápida de mi niña”: el dolor de un padre tras el robo en la tumba de su hija

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Por: Cristina Flores Cepeda

Sabinas, Coahuila. – El recuerdo de Blanca Ponce Rivera, una pequeña que partió demasiado pronto, quedó marcado para siempre en el corazón de su familia. Ella nació en 1994 y falleció en 1995, pero su lápida la colocaron hace ocho años, su tumba en el panteón Santiago fue el lugar al que acudían sus seres queridos para honrar su memoria, llevarle flores, colocarle globos y hablarle en silencio, como quien aún espera una respuesta del cielo.

Ahí, donde reposan sus restos, su madrina le había regalado una hermosa lápida: con su fotografía, sus fechas de nacimiento y de fallecimiento, y dos floreros que siempre tenían algo fresco para ella. Era una muestra de amor, un gesto de permanencia y dignidad. Hoy, esa lápida ya no está. Fue robada. “Le quitaron su lápida… donde le poníamos sus arreglos, sus flores, sus globos… ya no está”, dice con profunda tristeza su padre, Juan Francisco Ponce Ríos, quien ahora no sólo enfrenta la ausencia de su hija, sino también el dolor de ver que robaron en el lugar donde ella descansa.

El hallazgo fue reciente. Un familiar acudió hace unos días al panteón, como lo hacen regularmente, y notó que la lápida seguía en su sitio. Sin embargo, al volver este lunes y no encontrarla, la familia pensó que quizás había sido retirada por algún motivo oficial. “Me preguntaron si nosotros la habíamos mandado quitar, pero no… entonces fui yo mismo a ver y me llevé la sorpresa. Le pregunté al panteonero, pero no supo decirme nada. Hizo algunas llamadas, pero no hubo respuesta clara. La lápida simplemente ya no está”, cuenta Juan Francisco.

No es un objeto menor. Se trata de una estructura pesada, que debió ser movida entre varias personas, lo que hace aún más indignante y preocupante el acto. Para el padre de Blanca, se trata de un robo deliberado. Acudió de inmediato a reportar el hecho ante las autoridades de Obras Públicas, esperando que se inicie una investigación y se refuerce la seguridad del lugar. “Si yo no puedo recuperar la lápida de mi niña, al menos que nadie más sufra otro robo en el panteón”, expresó con firmeza y tristeza.

El argumento que recibió por parte del encargado del panteón fue que en uno de sus costados no hay barda, lo que facilita el acceso a personas ajenas. Sin embargo, para Juan Francisco eso no es justificación. “Eso no puede ser excusa, hay que tener cuidado con los amantes de lo ajeno, es muy doloroso lo que nos hicieron”, insistió. La lápida robada no sólo representaba una estructura de mármol y cemento, sino el símbolo tangible del amor de una familia que sigue recordando a una niña cuya presencia iluminó sus vidas. Ahora, su tumba ha quedado expuesta, con un vacío que representa también una nueva herida emocional.

Juan Francisco Ponce hace un llamado a la ciudadanía: si alguien ve que se ofrece a la venta una lápida infantil con nombre grabado o alguna pieza similar, que lo reporte de inmediato. “No es justo, no se vale jugar así con el dolor de una familia”, dice.

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