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OPINION

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El “entendimiento” entre Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard sería la primera señal de autonomía de la virtual candidata presidencial del oficialismo, si es que ambos se pusieron de acuerdo al margen del presidente López Obrador, como afirma el excanciller. A Claudia le urge sacudirse la idea de que es la opción del maximato. No son pocos los que creen que de llegar a la Presidencia, la exjefa de Gobierno jugaría un papel similar al de Pascual Ortiz Rubio en épocas de Calles.

La idea se nutrió aún más con lo ocurrido a Omar García Harfuch, delfín de Sheinbaum para la Jefatura de Gobierno de la CDMX. El “policía”, como le llaman despectivamente los puros de Morena, le ganó por 14 puntos a Clara Brugada, pero lo bajaron. Y no fue el criterio de la paridad de género, como afirma el discurso oficial. La ventaja de Omar sobre la exalcaldesa de Iztapalapa fue mayor que la de Alejando Armenta en Puebla y Eduardo Ramírez en Chiapas, que sí serán candidatos a gobernador.

* Sheinbaum, por cierto, ya dejó bien clarito que no reconoce como segunda fuerza al grupo de Marcelo Ebrard.

Y recordó que los estatutos de Morena prohíben la formación de corrientes “que tanto daño les hacen a los partidos”. Y es que Marcelo declaró que se queda en Morena porque llegó a un “entendimiento” con Claudia, a quien ya reconoce como coordinadora de la Defensa de Cuarta la Transformación. Dio a entender que los marcelistas van a ocupar un lugar en el CEN de Morena: otro en la Comisión de Honestidad y Justicia; uno más en la Comisión de Encuestas y que van a tener espacios en las candidaturas. Claudia no dijo nada sobre los acuerdos a los que llegó con Ebrard que culminaron con la permanencia del excanciller. Sería pertinente que lo aclarara.

En el equipo de Marcelo aclaran que no quieren tribus en Morena. “Lo de que fuimos segunda fuerza en la encuesta fue sólo por referirnos al resultado”, aseguró Daniel Millán, mano derecha del excanciller.

Siente que también bajó la “marea rosa” que logró “arrebatar” la decisión sobre la candidatura presidencial del Frente al jefe nacional del PAN, Marko Cortés.

* A los senadores de Morena, Verde y PT no les importó que el artículo 98 de la Constitución diga que la renuncia de un ministro de la SCJN sólo procede por “causa grave”.

Aprobaron en fast track la licencia de Arturo Zaldívar porque así lo dispuso el presidente López Obrador, líder real de las tres bancadas oficialistas en la Cámara alta.

Zaldívar se quitó la toga con el argumento de que ya no aporta a la SCJN y que su tarea es “marginal.” El verdadero motivo es que el otrora ministro estrella quería incorporarse al equipo de Claudia Sheinbaum, la virtual candidata presidencial de Morena y rémoras.

La licencia de Zaldívar le quita a la próxima presidenta (e) su derecho a proponer ministros. Con López Obrador van dos que renuncian: Eduardo Medina Mora y Zaldívar.

Dos de ellos, afortunadamente, han mostrado una y otra vez que no son empleados de López Obrador, sino guardianes de la Constitución: Margarita Ríos Farjat y Juan Luis González Alcántara.

* El debate transcurrió sin sobresaltos. Los morenistas que hablaron en la sesión lo hicieron sin convicción, aprobaron en automático. Vale la pena destacar las intervenciones de los senadores Germán Martínez, Grupo Plural, y Damián Zepeda, PAN. El primero utilizó la estatua del famoso “niño meón” en Bruselas, Bélgica, para señalar que el ministro dimitente se orinó en la historia constitucional de México. “Zaldívar —dijo— fue una combinación de un juez estrella y un juez político por su protagonismo y por el uso torticero— que no se ajusta a la ley ni a la moralidad de los mecanismos procesales”.

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