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Escuché al presidente López Obrador decir que no tiene “preferido ni preferida” para su sucesión en el 2024; y que serán los ciudadanos, en una encuesta, los que decidirán al candidato de Morena para la elección presidencial. Sus palabras me hicieron recordar aquella frase reproducida en espectaculares, pancartas y hasta en camisetas que le dedicó la maestra Elba Esther Gordillo a su entonces adversario interno en el otrora partidazo: “¿Tú le crees a Madrazo? Yo tampoco”.

 

Ni en Morena le creen que Claudia no es la elegida. Están convencidos de que irá con ella hasta el final. En los pasillos del Senado escuché versiones de que el próximo 20 de noviembre habrá una señal en ese sentido. Yo tampoco le creo a López Obrador, no sólo porque le han documentado sus mentiras en las mañaneras, sino por lo que, fuera de grabadora, nos comentan morenos que no están con Claudia.

 

El manejo que el Presidente ha tenido con ella ha hecho crecer la precepción de que es la elegida. No sólo le ha levantado la mano, sino que la lleva a sus giras fuera de la CDMX; la protege de los embates internos, la elogia, la cuida, a pesar de que perdió la CDMX en las elecciones del 6 de junio pasado.

 

El Presidente tiene su confianza depositada en la jefa de Gobierno. Ella se lo ha ganado. Hace todo lo que él dice sin chistar. Y lo puede seguir haciendo después del 2024. México ya ha tenido esa experiencia, conocida como “maximato” en la década de los treinta del siglo pasado. También hay quien supone que el trato privilegiado a Claudia es una maniobra para desgastarla y, al final, decantarse por otro candidato. Se menciona a Adán Augusto López Hernández. Pero hay una pregunta para la que no tengo respuesta: ¿Qué sentido tendría?

 

* El mensaje de AMLO iba ayer en doble sentido. El Presidente aprovechó una pregunta sobre la sospecha de que hay “dados cargados” en el 2024 y por la forma como Marcelo Ebrard “declinó” en el 2012. “Yo gané la encuesta, con poco margen, pero la gané, y él (Marcelo) aceptó el resultado, cosa que no es fácil, sobre todo en ambiciosos vulgares, que ‘soy yo o hay conflicto, o me voy de candidato…’”. No tardó Ricardo Monreal en salir a posicionarse frente al mensaje del presidente. Sutilmente manifestó su desacuerdo con la encuesta como método para elegir al candidato presidencial.

 

Sabe cómo se las gastan. No se le olvida la medición patito que definió la candidatura de Sheinbaum al Gobierno de la CDMX, en 2018. Lo mandó a tercer lugar, ¡detrás de Martí Batres! “A nadie ofendo si intento continuar insistiendo en la profundización de la vida democrática de Morena y de los partidos políticos, para el beneficio del país… Hay que buscar métodos que mejor satisfagan y que mejor puedan dejar a los simpatizantes y militantes satisfechos”, dijo el senador.

 

-¿Tendría que darse un acuerdo entre los precandidatos? —le preguntaron.

 

-No sólo eso. Tienen que modificarse los estatutos en un Congreso de Morena. Serán los delegados los que definan. Pero, evidentemente, la opinión del Presidente siempre es muy fuerte. Nosotros nunca vamos a confrontarnos con él —matizó.

 

* Por la mañana asistimos a un desayuno ofrecido en el CEN del PAN con motivo de la entrega de la constancia de mayoría para la reelección de Marko Cortés, como jefe nacional, y la elección de Cecilia Patrón Laviada, como secretaria general.

 

La primera conferencia presencial desde el inicio de la pandemia fue ocasión para que Marco hablara de los objetivos del PAN en el 2024 y de los aspirantes presidenciales de su partido. Dijo al respecto: “Nuestro reto será corregir el rumbo de México y, para eso, buscaremos piso parejo para todas y todos los aspirantes a la Presidencia de la República”, prometió.

 

Ya encarrerado, hizo pública una lista de aspirantes panistas: En primer lugar mencionó a Ricardo Anaya, “hoy, perseguido político del gobierno de Morena”. Luego a los gobernadores Mauricio Vila, Yucatán; Francisco González Cabeza de Vaca, Tamaulipas; Maru Campos, Chihuahua.

 

Pero también a Diego Sinhue, Guanajuato, y al exgobernador de ese estado, Juan Carlos Romero Hicks. “Le he dicho a Santiago Creel que no se descarte”, reveló Marko.

 

El PAN, aseguró, tiene postulantes serios, con capacidad para salir a una campaña a convencer, pero que traen cartas credenciales de lo que han hecho. Una pregunta se imponía: ¿Queda descartada la posibilidad de que el PAN vaya con un candidato de la sociedad civil o uno del PRI o el PRD, si se mantiene la alianza en el 2024? “Acción Nacional ha postulado a muchísimos candidatos que no han sido militantes o que han militado en otros partidos. Por lo tanto, no es limitativo. Lo que sí les puedo asegurar es que tenemos con quiénes ganar y con quiénes bien gobernar”, respondió.

 

Por ahora, la caballada del azul, e incluso la de la alianza Va por México, se ve flaca. Tienen dos años para engordarla antes de definir a un candidato con perfil ganador para el 2024.

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