
Madre de Diana “N” pide compasión para su hija; “la vida cambia en instantes”
Por: Cristina Flores Cepeda
Sabinas, Coahuila. – La vida puede cambiar en un instante, en un solo segundo en el que todo lo que conocemos y amamos se transforma irremediablemente. Este es el sentimiento que embarga a Laura Viesca, una madre que está viviendo un fuerte dolor tras los eventos que han marcado la vida de su hija Diana “N”, una joven de apenas 20 años, quien ahora enfrenta cargos por homicidio en agravio de Antonio «N». Laura, en su desesperación y tristeza, compartió en redes sociales una reflexión que no es solo un llamado a la comprensión, sino una súplica de humanidad en medio del caos.
Su hija Diana, expresa, es una joven de buenos sentimientos, con un corazón noble que siempre se mostraba dispuesta a ayudar a quienes lo necesitaban. “Mami, mira, vamos a ayudar”, solía decirle Diana cada vez que veía a alguien en apuros. Ese mismo espíritu solidario que la caracterizaba, hoy parece haberse diluido en la tragedia que la envuelve. Según Laura, lo ocurrido no estaba en la naturaleza de su hija. Aquella fatídica noche, Diana se encontraba, como cada fin de semana, compartiendo con su grupo de amigos. Sin embargo, todo cambió con la llegada de una persona ajena al grupo, un individuo cuyo impacto en el curso de los acontecimientos resultó devastador. Laura lo describe con dolor, reconociendo que lo que sucedió ha afectado no solo a la familia de la víctima, sino también a la suya propia. “Sé lo que la familia está viviendo y me duele tanto, porque de este suceso, dos familias estamos con un dolor tan grande”, confiesa con el corazón roto.
En medio de este sufrimiento, Laura hace un llamado al respeto y a la empatía. La tragedia ha desbordado su vida, y la de su hija Diana, en todas las formas posibles. La madre recuerda cómo, apenas una hora antes del incidente, Diana le envió una imagen con un mensaje alentador: “Mami, siempre puedes y podrás”, palabras que ahora resuenan con un eco de dolor y desesperanza. “Por su cabeza no estaba hacer lo que pasó”, repite Laura, tratando de entender lo que parece incomprensible, aferrándose a la imagen de una hija que, en sus ojos, sigue siendo una niña noble y llena de promesas.
“Yo también siento que perdí a mi hija”, expresa en una publicación cargada de dolor, una frase que encapsula el sentimiento de pérdida que trasciende la simple ausencia física. Para Laura, Diana ya no es la joven de sueños e ilusiones que solía ser, sino alguien atrapada en una situación que jamás debió ocurrir. Ante la ola de comentarios y juicios que se han generado en torno a este trágico suceso, Laura pide algo tan simple como necesario: comprensión. “Somos madres y pido comprensión, hablen con sus hijos, amistades, ya no hagan más daño porque ya con lo que estamos viviendo es suficiente”, ruega, haciendo un llamado a la reflexión y a la empatía, no solo por su hija, sino por todas las madres que pueden verse en una situación similar.
Finalmente, con una dignidad admirable en medio de tanto dolor, Laura se dirige a aquellos que han criticado y opinado de manera negativa: “Yo a esas personas que opinan de manera negativa, solo les deseo que Dios los bendiga siempre”. Es un gesto que, lejos de buscar confrontación, parece buscar un cierre, una paz que solo puede venir de aceptar lo irremediable, de buscar en la fe y en la esperanza una forma de seguir adelante.
Este caso permite ver la fragilidad de la vida y de cómo, en un abrir y cerrar de ojos, todo puede cambiar. Para Laura Viesca y su hija Diana, el camino que tienen por delante es largo y lleno de retos. Pero, en medio de todo, lo único que piden es un poco de comprensión y respeto, porque como bien lo expresa Laura, “así es la vida, nos cambia en segundos, nadie está exento”.
