
Por/ factor
México. – Dos parcelas abandonadas resaltan entre gigantescos cultivos de limón y plátano en Apatzingán, México. Sus dueños alistaban la tierra para sembrar, pero prefirieron irse cuando el crimen organizado llegó a extorsionarlos. En este municipio agrícola del estado de Michoacán, como en otros muchos de México, los criminales actúan como verdaderas fuerzas del mercado al imponer cuotas a productores e intermediarios que golpean el bolsillo de millones de consumidores.
La amenaza es tal que los cargamentos de limón salen escoltados por la policía hacia diferentes lugares del país, observó la AFP durante un recorrido por la zona. La situación ha disparado los precios. Pese al aumento de la producción nacional y a que la inflación se desaceleró hasta 4,44% en septiembre, el precio de la fruta subió 58,5% en el último año, según el Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA).
«Está por las nubes, compro nada más la cantidad que voy a ocupar en la semana, cuatro o cinco piezas y no más», dice Gabriela Jacobo, ama de casa de 53 años, en Morelia, capital de Michoacán, a solo dos horas por carretera de Apatzingán. La escalada se siente en Ciudad de México, que suele ver lejana la violencia del narco y recibe producción de varias regiones. El precio se duplicó a casi 4,5 dólares por kilo en agosto.
Tan extenso como Costa Rica, Michoacán está asolado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) -principal mafia mexicana- y grupos como Los Viagras y La Familia Michoacana, que además de las rutas del narcotráfico se pelean el «cobro de piso» o extorsión. Los productores deben dar el equivalente a 11 centavos de dólar por cada kilo que venden a las empacadoras. Parecería irrisorio, pero la región puede producir diariamente unas 900 toneladas del fruto.
«Ellos (los criminales) tenían sus broncas y a uno lo dejaban trabajar. Ahora es ‘no te dejo ni trabajar'», comenta un productor de Apatzingán bajo anonimato por temor a represalias. El azote se extiende a cultivadores de tomate, plátano y mango, así como a transportistas y distribuidores. «Le ponen precio a todo», añade este empresario oculto entre árboles de limón y bajo un sol abrasador. La extorsión y el robo le cuestan al año a las empresas del país unos 120.000 millones de pesos (6.800 millones de dólares), equivalente al 0,67% del PIB de México, según cifras oficiales.