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“Genaro, el Jedi del narco”

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Por La pluma profana del Markés

 

 

El degenere no tiene género, pero sí puede llevarte a vivir en los cuernos de la luna al amparo de la impunidad.

 

Mientras muchos turistas se tomaban fotos a la una de la tarde frente al enorme y popular edificio federal Earle Cabell, en Dallas, Texas, nadie imaginaba que ese día martes en la sala 1549 del piso 15, el apodado súper policía y mano derecha de Felipe Calderón Hinojosa durante su gobierno, a decir, Genaro García Luna, se le informaba de todo cuanto era culpable.

 

Por muchos años Genaro García Luna vivió en la luna y en el degenere de su alma. Para cuando acordó, el último pétalo de su gloria cayó dejándolo en manos de la justicia.

 

Hoy en día es sencillísimo andar entre el fango vestido de blanco y sin mancharse, pero al ser tan terrenos y expuestos en redes sociales, tarde o temprano se termina salpicado.

 

La maldad no se genera espontáneamente.Genaro vivió el degenere como resultado de un plan de vida que él mismo se creó durante una juventud sedienta de poder en la que aspiraba a ser mucho más que un ciudadano común.

 

Sé feliz y mírale la cara de estúpido al pueblo mientras se pueda, parece ser un lema recurrente en quienes por voto de la comunidad o por disposición de altos mandos, han llegado a posiciones de alta responsabilidad. Entre más alto sea su nombramiento al momento de ser descubiertos en actos vergonzosos, más doloroso es el pellizco al pueblo.

 

En medio de la paz reinante en Grapevine, un suburbio texano cercano al aeropuerto de la ciudad de Dallas, Genaro fue detenido sin mucho aspaviento. En realidad y hasta el momento sus declaraciones han sido muy escuetas. Lo que sí es de sorprender es el hecho de que no se parece en nada a ese hombre de hierro que a una señal movía con sus “estrategias” anti crimen, al país entero. Su rostro ahora es un manojo bien atado de nervios. Su mirada está constantemente extraviada en nada y en todo. Nada fácil saberse detenido y al borde del cadalso. Nada sencillo tenerlo todo y al siguiente segundo nada.

 

El sexenio de Calderón fue el más sangriento de la historia mexicana. Las muertes relacionadas con el narco son incalculables. Es fecha que se siguen encontrando restos en fosas en diversas entidades. La cuestión aquí es que fue el mismísimo Calderón y García Luna los que le declararon la guerra al narco. Hoy resulta que este último trabajaba mano a mano con los susodichos…¿entonces? ¡Toda una puesta en escena!

 

Dicen que nadie puede servir a dos señores porque con toda seguridad, a uno le fallará. Aquí nuestro protagonista lo hizo magistralmente. Apoyó a un presidente que en apariencia ni cuenta se daba  que su dama de compañía le era infiel con un mejor amante económico, el narco. Así,vestido de servidor de la nación, trajo excelentes resultados al oscurecido y también enriquecido submundo de los narcóticos. Favorecer el libre tránsito de estupefacientes hacia EUA a cambio desobornos en millones de dólares valieron la pena. Desde su alta posición colocó personajes elegidos por el narco para dirigir sitios de seguridad pública y así, en semejante degenere, Genaro al día de hoy, encadenado de pies y manos, fue dejado a la deriva por un Felipe Calderón gritando a los cuatro vientos que su postura será siempre en favor de la justicia y la ley.

 

Calderón podrá decir mil y un cosas, pero a ojos vistos y durante su administración, muchos en murmullos decían que era el joven Padawan a la orden de Genaro García, el gran Jedi del narco.

 

Sea como fuere, se dicte culpable o inocente, aquí cabe el sabio dicho popular que a la letra dice: El que con lobos anda a aullar se enseña. Genaro aprendió a lanzar un aullido muy discreto, un aullido que lo llevó por los parajes más envidiables de la opulencia y justo cuando creyó en la redención, en que la justicia él la dictaba y que no había más rey que él, apareció el caza vampiros más temido del narco, Jesús “El Rey”Zambada empuñando la pistola cargada con sus balas de plata y testimonio vaciándola sobre el casi nacionalizado estadounidense… en definitiva, la maldad nunca fue felicidad. Adieu.

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