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El futuro de Lula, a merced del s?per ministro Moro

El futuro de Lula, a merced del s?per ministro Moro

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AGENCIA NOTIMEX/FACTOR

R?o de Janeiro. Mientras Brasil trata de entender c?mo ser? el gobierno del capit?n del ej?rcito Jair Bolsonaro, en medio del torbellino de sus dichos y desdichos previo a que ocupe el sill?n presidencial el primer d?a de 2019, juristas y allegados del ex presidente Luis In?cio Lula da Silva tratan de descubrir qu? le pasar? a ?l, claramente preocupados.

Este jueves se anunci? que una comisi?n de senadores ir? visitarlo en Curitiba, para ?evaluar su estado f?sico y sicol?gico?.

Lula fue condenado con base en ?convicciones?, o sea, sin prueba alguna, por el entonces juez Sergio Moro. En seguida, su condena fue aumentada por un tribunal de segunda instancia, cuyo presidente dijo que la sentencia de Moro era ?irreprochable? pese a que, seg?n sus propias palabras, no la ley?. A los ojos de los observadores independientes, la pena es una maniobra clara.

La condena subi? a doce a?os y pico de prisi?n. La acusaci?n: haber recibido un departamento que jam?s ha sido de ?l, y cuya ?reforma millonaria? se revel? inexistente, acorde a los juristas que defienden a Lula. Pese a esto, se impuso a la opini?n p?blica gracias a la silenciosa omisi?n de las cortes superiores y a la campa?a de los medios hegem?nicos de comunicaci?n.

Ocurre que hasta ahora, y gracias a iniciativas del mismo Partido de los Trabajadores (PT) de Lula y su sucesora, Dilma Rousseff, destituida en 2016 a ra?z de un golpe institucional, la Polic?a Federal brasile?a, que tiene funciones similares a las de la estadunidense FBI (Oficina Federal de Investigaciones, por sus siglas en ingl?s), contaba con autonom?a administrativa y operacional.

Al aceptar la invitaci?n del capit?n del ej?rcito Jair Bolsonaro para ser su s?per ministro de Justicia y Seguridad P?blica a partir del primer d?a de enero de 2019, Sergio Moro obtuvo el comando de la Polic?a Federal: as?, la autonom?a se acab?. Depender? de ?l, quien conden? Lula, el destino de su condenado.

El problema central, dicen juristas brasile?os y extranjeros, es que con eso Moro se transform? al mismo tiempo en juzgador ? hay abogados que lo tratan por ?inquisidor? ? y carcelero.

Al empezar a armar su equipo, Moro dej? claro cu?l ser? su l?nea: escorado en su fama de ?combatiente de la corrupci?n?, indic? a la comisaria Erika Marena para coordinar la cooperaci?n internacional de su futuro s?per ministerio, y a Mauricio Valeixo para ser el director de la Polic?a Federal.

Ambos son de Curitiba: Marena acus?, sin prueba alguna, al entonces rector de la facultad federal, Luis Carlos Cancillier, de corrupci?n, lo que lo llev? al suicidio. Valeixo viene de un par de a?os como agregado de la Polic?a Federal brasile?a en Washington.

Para la mayor?a de los observadores independientes, se trata de un cuadro claramente negativo para el ex presidente Lula da Silva.

Preso desde el 7 de abril en la sede de la Polic?a Federal en Curitiba, capital del muy conservador estado de Paran?, Lula podr?, en cualquier momento, ser transferido a una c?rcel com?n. Sus abogados y pol?ticos de diferentes partidos tratan de impedir que eso ocurra.

Lula da Silva est? en una sala de quince metros cuadrados, con ba?o privado. Cuenta con una estera para ejercitarse y con la benevolencia de sus guardianes. Puede recibir a sus abogados de lunes a viernes; y a su familia y amigos los jueves.

Come lo que le sirven. Dialoga con sus carceleros, los seduce, los transforma en aliados. Cuenta chistes, se r?e. Al menos, era c?mo estaba antes de la elecci?n de Bolsonaro. Luego, su estado cambi?, dicen familiares y amigos.

Ahora, quienes lo visitan dicen que envejeci? s?bitamente desde el 7 de abril, cuando se entreg? a la Polic?a Federal para evitar una matanza en el Sindicato de Metal?rgicos en que se encontraba asilado.

Lula sigue preso y su inquisidor ?quien negociaba un puesto de s?per ministro mientras lo juzgaba, directa o indirectamente? se transforme en su carcelero, es algo que preocupa a sus familiares y allegados.

M?s all? de las frases formales y protocolarias de quienes lo visitan, hay una verdad que se impone: Lula da Silva est? detenido desde hace siete meses y medio, impedido de disputar unas elecciones que casi seguramente ganar?a, y cay? en una especie de depresi?n.

En esas condiciones vio la victoria del candidato de la extrema derecha m?s fundamentalista y, como consecuencia de la victoria de Bolsonaro, vio c?mo se transformaba al juez Sergio Moro, su inquisidor, en s?per ministro, capaz de mandarlo a una c?rcel com?n, donde su integridad f?sica valdr?a nada o casi nada.

Mientras Brasil intenta descubrir qu? le pasar? a partir del primer d?a de 2019, Lula intenta descubrir qu? le pasar? a su propia vida.

Amigos, allegados y abogados de Lula da Silva dicen que todo es una inc?gnita. Pero los amigos m?s cercanos dicen que todo es un peligro.

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