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El D?a D de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco de Normand

El D?a D de la Segunda Guerra Mundial: el desembarco de Normand

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La noche del?5 de junio de 1944?despegaron de Inglaterra?tres divisiones aerotransportadas. En total, 13.400 paracaidistas americanos y cerca de 7.000 brit?nicos que volaron a?Normand?a?a bordo de 1.200 aviones C-47 Dakota. All? deb?an perturbar a las fuerzas de ocupaci?n alemanas para que no pudiesen?lanzar un contraataque efectivo?la ma?ana del desembarco. Los soldados ten?an encomendadas varias tareas, entre ellas conseguir accesos seguros a las playas,?destruir puentes y establecer peque?as y estrat?gicas cabezas de playa.

Una de las?divisiones acorazadas americanas ?la 101.?? hab?a permanecido estacionada en?Londres?durante cinco d?as. Los soldados hab?an calmado los nervios de la espera montando y desmontando las?armas, d?ndoles aceite y afilando obsesivamente las?bayonetas. Algunos hab?an comprado grandes?cuchillos de combate?y otros se hab?an hecho con navajas de afeitar. Con una navaja se pod?a?matar a un hombre?sin hacer ruido:?s?lo hab?a que acercarse sigilosamente por detr?s y rebanarle el cuello. Esto era parte de un entrenamiento brutal en el que incluso hab?an tenido que?arrastrarse por entre tripas y?sangre?de cerdo para endurecerse.?Llegado el momento, hab?a que estar a la altura.

La v?spera de la partida, muchos se afeitaron la cabeza y se dejaron una fina cresta. Luego?se dieron bet?n negro en la cara y se la tiznaron con carb?n hasta adquirir un aspecto realmente truculento. Entre los alemanes se hab?a extendido el rumor de que los paracaidistas americanos eran criminales sacados de las c?rceles y no hab?a motivo alguno para desenga?arles.

Justo antes de embarcar, los mandos lanzaron arengas. El coronel «Jump» Johnson, que comandaba el 501.? Regimiento de Paracaidistas, lleg? al hangar en un jeep y, cuando baj?,?quedaron a la vista las cachas incrustadas en n?car de los dos rev?lveres que llevaba en la cintura.?Hab?a 2.000 soldados observ?ndole. «Jump» se sac? un inmenso cuchillo de combate de una bota, lo blandi? por encima de la cabeza y, entre gritos y aplausos, dijo: «Antes de que salga el sol, voy a haber clavado este acero en el?coraz?n?de los?nazis?m?s sucios, rastreros y perversos de toda Europa».

 

 

 

 

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