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Don Pablo Rodríguez “Puyas”: Un ejemplo de perseverancia y amor por la vida

Don Pablo Rodríguez “Puyas”: Un ejemplo de perseverancia y amor por la vida

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Por: Cristina Flores Cepeda

Sabinas, Coahuila. – A sus 81 años, Don Pablo Rodríguez, cariñosamente conocido como «Puyas», recorre las calles del municipio de Sabinas ofreciendo los productos que ha preparado durante décadas: chicharrones y carnitas de puerco. Estos productos no solo son un legado familiar, sino también una manera de mantenerse activo y contribuir al sustento de su familia.

Don Pablo recuerda con tristeza la partida de su esposa, Francisca Gloria Flores Reséndiz, con quien compartió 61 años de vida y con quien formó una hermosa familia. Sus ojos se iluminan con entusiasmo cuando habla de su juventud y de cómo desde pequeño empezó a trabajar para colaborar con los gastos del hogar de sus padres. «Antes de los 14 años ya ayudaba a mi papá a matar cabritos antes de irme a la escuela,» cuenta Don Pablo con nostalgia. «En quinto grado de primaria, mi papá me mandaba a la Telefónica Nacional a barrer la calle frente a la oficina ubicada por Carranza. A los 15 años terminé la escuela primaria, y como no seguí estudiando el gerente de Telefónica Nacional me ofreció un trabajo formal. Desde entonces, he estado trabajando sin parar, gracias a Dios.»

La vida laboral de Don Pablo es vasta y variada. Se desempeñó como carnicero, matando marranos y siendo conocido en la comunidad por sus habilidades culinarias. «Me invitaban a preparar carnes asadas y a colaborar en diferentes fiestas con guisos,» recuerda. Su dedicación al trabajo es un reflejo de la cultura del esfuerzo con la que creció, algo que intenta inculcar en las nuevas generaciones.

«Les digo a ustedes, jóvenes, que tengo 81 años y todavía ando para arriba y para abajo vendiendo lo que nosotros preparamos. Trabajar es muy bonito y de gran beneficio para el organismo,» aconseja. Don Pablo, quien fue ampáyer de beisbol por 30 años y corredor durante 10 años, lo que le permite mantener una gran condición física que le deja seguir activo a su edad.

La muerte de su esposa fue un golpe duro, pero salir a vender sus productos le ha ayudado a sobrellevar la pérdida. «Me casé a los 18 años, y mi esposa tenía 17. Dios nos dio tres hijos: Gloria Mayela, Pablo Enrique y Sandra Fabiola. Ahora vivo con la menor y le he pasado el negocio. Ya no me acerco a la lumbre porque me lastimó los ojos; ya me operaron uno y me van a operar el otro.»

Don Pablo es un hombre de fe y rutina. Todos los días, entre las 6 y las 7 le da vueltas a la plaza, entra a la iglesia y después de orar, sale del sitio y vuelve a caminar un rato. Su mensaje para los jóvenes es claro: «Pongan ganas y hagan su esfuerzo, porque es un beneficio para su mente y su cuerpo mantener la actividad.» Don Pablo Rodríguez es un ejemplo vivo de perseverancia y amor por la vida, un hombre que, a pesar de las adversidades, sigue adelante con una sonrisa y un corazón lleno de gratitud.

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