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Aquí en confianza

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Iván Garza García
Los héroes vapuleados
Para Federico, como una muestra de indescriptible orgullo.
Tal parece que fueron pocas las recurrentes agresiones de que han sido objeto los médicos, personal de enfermería y administrativo de los hospitales, clínicas y centros de salud que prestan atención a los pacientes de COVID-19; ahora, incluso, se puso en tela de duda su honorabilidad a través de una inesperada generalización.
Como ya es una costumbre, nuestro México lindo y querido se hizo presente en el panorama internacional, pero esta vez las noticias que le dieron la vuelta al mundo no tuvieron como origen un acontecimiento de regocijo nacional.
Desde el inicio de la contingencia sanitaria, el Consejo Nacional para prevenir la Discriminación (CONAPRED) ha recibido cientos de denuncias por parte empleados sanitarios, cuyas causas van desde la restricción o prohibición del uso del transporte público, hasta los atentados físicos o verbales que han venido sufriendo.
Tan graves son los reprobables hechos, que una enfermera de la alcaldía Gustavo A. Madero en la CDMX fue víctima de un brutal ataque que le produjo importantes lesiones. Los presuntos agresores – un hombre y una mujer – ahora mismo enfrentan cargos por tentativa de homicidio y otros delitos, pero la situación se ha desbordado a grado tal que la incertidumbre y el miedo invaden a quienes combaten en la primera línea de batalla.
Por su parte, algunas comisiones de Derechos Humanos en las entidades federativas han emitido recomendaciones para que las autoridades estatales garanticen el respeto a los derechos fundamentales de los profesionales de la salud. Éstas, tienen como propósito que las y los médicos, cuerpos de enfermería, residentes, internos y pasantes, entre otros, cuenten con los insumos necesarios para su adecuada protección y que se ampare el derecho al descanso y tiempo libre.
Dicho de otra forma, nuestros héroes sin capa no solo se enfrentan al peligro del contagio debido al desempeño de su labor cotidiana; además, están obligados a realizar su trabajo con recursos insuficientes y, por si les quedará algo de aliento, deben cuidarse a sí mismo de agresiones y amenazas cuando salen a la calle después de cumplir extenuantes jornadas.
Sin duda, la situación en el segmento de marras es delicada. Apenas ayer el crush predilecto de cualquier tía mexicana con Facebook y Subsecretario de Salud del Gobierno de la República, indicó que se tienen registrados más de ocho mil quinientos contagios por coronavirus y, por lo menos, ciento once decesos entre el personal de servicios médicos; mientas que el 53 por ciento de los referidos casos corresponden a empleados pertenecientes al IMSS.
Como si el horno estuviera para bollos (dijera Don Héctor), el mandatario nacional asestó una nueva puñalada a los ya de por sí vapuleados trabajadores de la salud. En su conferencia “mañanera”, palabras más palabras menos, el tabasqueño aseguró que en el período neoliberal los médicos solo buscaban enriquecerse.
Como era de esperarse, el discurso del gobernante tocó sensibles fibras y las reacciones de diferentes asociaciones, colegios y barras no se hicieron esperar, calificando el dicho del presidente – como mínimo – de injusto, inoportuno y carente de conocimiento. Por supuesto, el principal inquilino del Palacio Nacional tuvo que ofrecer una disculpa y afirmó que la información fue tergiversada, es decir, que no dijo lo que dijo; manifestó que los médicos tienen una vocación humanista y que ejemplo de ello son Salvador Allende (a quien distinguió como el mejor Presidente de América Latina) y Ernesto “El Che” Guevara. La arenga de arrepentimiento iba más o menos bien, hasta que el señor López espetó: “hablé de unos médicos porque también se mercantilizó la medicina; es parte del modelo neoliberal. Si se robaban las medicinas, imagínense …”. Total, la mentada disculpa para los galenos no llegó a consolidarse.
Aquí en confianza, sin el afán de añadir más romanticismo a su función, desde este modesto espacio reconozco en todo lo que vale el noble quehacer de quienes día a día salen de sus casas a jugarse la vida para salvaguardar la de otros. A los que enfundados en extraños atavíos y con el rostro cubierto, luchan sin descanso en contra del mal que marcó a la humanidad. A los que dejan a sus familias cada mañana para asegurarse que no falte nadie más en algún hogar al cual no pertenecen.
Parafraseando al alemán Bertolt Brecht, es en las desgracias cuando son requeridos los héroes; esos, que a decir del filósofo de origen inglés Thomas Carlyle, “lo son en todos los sentidos y maneras, y ante todo, en el corazón y en el alma”. ¡Ánimo!, ya pasó más pero falta menos.

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