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Aqu? en confianza

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Iv?n Garza Garc?a

 

La rifa va por que va

 

De nueva cuenta quienes habitamos este pedazo de tierra llamado M?xico nos encontramos inmersos en una est?ril discusi?n. Ahora, la encarnizada batalla entre tirios y troyanos; conservadores y ?cuatritransformados?; chairos y fif?s, tiene que ver ?con la muy anunciada rifa del avi?n presidencial.

 

 

Si bien, repetir a detalle los pormenores del asunto est? m?s fuera de lugar que Facundo conduciendo la entrega de los premios Oscar, conviene hacer un sencillo recuento de los aspectos m?s relevantes de esta tragicomedia del quehacer gubernamental. No hace mucho,? las huestes del entonces candidato L?pez gritaban a los cuatro vientos que deb?a venderse el fara?nico e insultante medio de trasporte adquirido durante la gesti?n de Felipe Calder?n y usado por Enrique Pe?a; luego, para benepl?cito de sus seguidores, el mentado avi?n fue convertido en un s?mbolo de corrupci?n y despilfarro.

 

As?, a pocas horas de iniciada la actual administraci?n federal, la aeronave fue enviada a un hangar en California. La palabra del macuspano estaba empe?ada; hab?a que deshacerse del aparato a como diera lugar. Para acallar los ?nimos, recurrentemente en las conferencias ma?aneras se mencionaba la existencia de posibles compradores, pero la venta no logr? concretarse. M?s tarde, el tristemente c?lebre Boeing 787 fue ofrecido al presidente norteamericano, pero ?ste hizo o?dos sordos a la propuesta. Ante el fracaso en las negociaciones con el vecino del norte (mismas que, por cierto, nunca iniciaron), se consult? al Primer Ministro de Canad?, quien tampoco mostr? el menor inter?s.

 

Las opciones se acababan y las justificaciones tambi?n, de ah? que se plante? poner en renta la aeronave; sin embargo, este nuevo intento tampoco tuvo un final feliz. Ya sin argumentos para contrarrestar los ?cidos cuestionamientos que empezaba a lanzar el respetable, la 4T dio un magistral giro a la historia. Si el avi?n no pod?a venderse ni rentarse, tal vez ser?a buena idea rifarlo; de esa manera, una buena cantidad de mexicanos participar?a voluntariamente en la conformaci?n de un presupuesto para pagar, nada mas y nada menos, que el mism?simo avi?n de cuya rifa se trata.

 

De inmediato los escollos legales se mostraron a plenitud y dieron un rev?s a las intenciones del gobierno por salir del aprieto en el que se hab?a metido. Para empezar, de acuerdo con la normatividad aplicable, la Loter?a Nacional puede realizar sorteos en efectivo pero no en especie. Es decir, no es posible rifar, a trav?s de la mencionada instituci?n, una plancha, un tostador o un avi?n; a menos de que antes se promuevan y aprueben las reformas correspondientes (cosa que no se le dificulta al actual r?gimen). Por otro lado, la aeronave no le pertenece al gobierno, sino que fue adquirida mediante un arrendamiento financiero (leasing, para los que gusten de los anglicismos), por lo que – en estricta l?gica – nadie puede rifar lo que no es suyo.

 

Si ya de por s?, la idea de que una persona ganara para su provecho un aparato que no ha podido venderse en m?s de un a?o, se antoja descabellada (por decir lo menos), las limitaciones que tal acci?n representa tornan casi imposible la cristalizaci?n de la brillante idea. N?tese que escribo ?brillante? sin (tanto) sarcasmo, por que solamente en un ingeniosa mente pudo gestarse la extraordinaria ocurrencia de obtener recursos para pagar el avi?n sin crear nuevos impuestos o aumentar los ya existentes (m?s de lo que ya se han incrementado), lo cual implicar?a la necesaria aprobaci?n del Congreso. ?Ante la falta de dinero, la soluci?n propuesta fue organizar una ?coperacha de cuates?, solo que en este caso, el prop?sito de la ?rifa entre amigos? es reunir la friolera de tres mil millones de pesos.

 

Las reacciones no se hicieron esperar y, frente a ellas, el Presidente L?pez Obrador comunic? al pueblo de M?xico que la famosa rifa va por que va, solo que con una peque?a variante (cosita de nada). En el sorteo del avi?n presidencial el premio no ser? el avi?n presidencial, sino una cantidad de dinero que ser? repartida entre los ganadores; adem?s, los recursos ser?n obtenidos del Instituto para devolver al pueblo lo robado y las ganancias recaudadas se aplicar?n para la obtenci?n de medicinas y equipo hospitalario. Y usted se preguntar? amable lectora (mi mam?): entonces, ?qu? tiene que ver el avi?n presidencial en todo este embrollo? La respuesta es muy sencilla: ?absolutamente nada! Salvo la imagen que ser? usada para adornar el ?cahchito? de loter?a, la aeronave de marras no forma parte de la ecuaci?n.

 

Aqu? en confianza, lo realmente preocupante no es la rifa ni el circo medi?tico que se ha montado en torno a ella, sino el hecho de que? – hoy por hoy ? las y los mexicanos no hablemos de otra cosa.

 

En un pa?s que apenas el a?o anterior registr? una contracci?n econ?mica no vista en la ?ltima d?cada; en el que el sistema de salud p?blica ha colapsado y no se cuenta con medicamentos suficientes para atender los padecimientos de la poblaci?n m?s vulnerable; en el que los homicidios siguen engrosando la estad?stica a niveles sin precedentes y la delincuencia organizada ti?e de rojo al territorio nacional, debatir hasta el cansancio sobre el sorteo de un avi?n, cuyo premio no es un avi?n, parece ser un verdadero lujo. Otra vez, la raz?n colectiva sucumbi? ante la narrativa presidencial.

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