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Aqu? en confianza

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Iv?n Garza Garc?a

 

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Ni tanto que queme al santo

 

 

No cabe la menor duda; en Venezuela, la cosa est? que arde. Dicen los que saben que la tensi?n en el aire bien se puede cortar. Nadie se atreve a hacer un pron?stico sobre la conclusi?n de la m?s reciente pugna pol?tica en aquel pa?s, misma que se produce en el contexto de la peor crisis econ?mica de la que se tenga memoria. La hiperinflaci?n, la escasez de alimentos y medicinas, as? como el alarmante aumento en las tasas de mortalidad infantil y materna, han sido la constante en los ?ltimos a?os para nuestros hermanos latinoamericanos.

 

Juan Guaid? se autoproclam? ?Presidente Encargado? (esa pel?cula ya la vimos ac? de este lado); lo hizo a trav?s de una ?estirada? interpretaci?n del art?culo 233 de la constituci?n venezolana, el cual establece que a falta de presidente de la naci?n, ser? encargado quien dirija la Asamblea Nacional. Recordemos que apenas el pasado diez de enero, Nicol?s Maduro asumi? de nueva cuenta la presidencia, en medio de un sinn?mero de cuestionamientos y acusaciones por las irregularidades en las elecciones que lo llevaron a ocupar – por segunda ocasi?n – la principal oficina del Palacio de Miraflores, en Caracas.

 

De inmediato, el T?o Sam en la voz de su representante plenipotenciario Donald Trump, dio el espaldarazo a Guadi?, ?reconoci?ndolo como mandatario leg?timo del territorio caribe?o. Le siguieron la mayor?a de los pa?ses de Latinoam?rica, la Uni?n Europea y la Organizaci?n de Estados Americanos. As?, Venezuela se coloc? en el centro de la actividad diplom?tica internacional. El tablero geopol?tico mundial se pint? de tres colores; los que se fueron con mel?n y los que prefirieron a sand?a; los que respaldan a Maduro (acreedores de Venezuela varios de ellos) y los que apoyan al joven pol?tico auto-ungido mandatario. Y entre los dos polos de ideas pr?cticamente irreconciliables, otros pueblos muestran un tono gris?ceo (por decirlo de alg?n modo); los que no desconocen ni reconocen; los que no descartan ni se encartan; los ?entre azul y buenas noches?. Ah? se encuentra M?xico, cuyo gobierno decidi? asumir una postura neutral y aplicar en toda su extensi?n la Doctrina Estrada; manual de pol?tica exterior redactado y publicado en 1930 por el entonces Canciller del gobierno de Pascual Ortiz Rubio. Teniendo como escudo lo estipulado en la fracci?n X del art?culo 89 constitucional, el Presidente L?pez ha dicho (una y otra vez) que respetar? a cabalidad los principios normativos de libre autodeterminaci?n de los pueblos, no intervenci?n y soluci?n pac?fica de controversias. Ojal? que ? por el bien del mundo ? el conflicto en Venezuela sea resuelto por la v?a del di?logo, aunque debo reconocer que tal escenario se antoja sumamente lejano.

 

Por lo pronto, los dimes y diretes est?n a la orden del d?a. Los malpensados afirman que tras la intromisi?n del mandatario estadounidense, se esconden obscuros prop?sitos. Su plan, seg?n se dice, es desestabilizar el territorio americano septentrional y remplazar al gobierno de Maduro (y al r?gimen que ?ste representa), por otro que est? dispuesto a subordinarse pol?tica y econ?micamente a las barras y las estrellas. La teor?a conspiratoria imperialista que a diario nos receta la izquierda, parece encontrar eco en los partidarios del socialismo venezolano. Sin embargo, alegar que el ?nico objetivo de los Estados Unidos es obtener ventaja de las riquezas de Venezuela (principalmente el petr?leo), parece ser el resultado de un an?lisis poco serio y bastante aventurado; como inocente ser?a asegurar que el G?ero Trump busca promover ? a toda costa – ?el respeto a los derechos humanos en la regi?n sudamericana y nada m?s. Dir?a Don H?ctor con inusual recurrencia: ?Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre?.

 

Aqu? en confianza, un gobierno democr?ticamente electo que gradualmente fue mutando en dictadura, se encuentra viviendo los estertores de una muerte anunciada. All?, el estado no se fortaleci? a trav?s de las acciones gubernamentales, como es deseable; el poder se concentr? y fue ejercido por una sola persona; de ah?, la supresi?n de derechos y libertades se desencaden? como consecuencia natural; las balanzas y contrapesos (propios de un estado de derecho) fueron reducidos a escombros. Sin embargo, los venezolanos no obtuvieron el chavismo en una ?rifa?, ni les llego por la v?a de generaci?n espont?nea; en alg?n momento de su historia se volcaron en las urnas para elegir tal r?gimen como proyecto de naci?n y ahora no pocos claman el auxilio internacional para lograr su desconocimento. Ah? se los dejo para la reflexi?n.

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