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Aqu? en confianza

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Iv?n Garza Garc?a

 

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Entre el huachicol y las cifras oficiales

 

 

En nuestro M?xico (lindo y querido) nadie habla de otra cosa. El desabasto de la gasolina es el tema de conversaci?n predilecto, lo mismo para los transportistas ? cuyo trabajo depende del mentado combustible ? que para aquellos afortunados que no se encuentran en la imperiosa necesidad de formarse durante horas a las afueras de una gasolinera para tratar de adquirir tan solo veinte litros del preciado energ?tico. A tal grado lleg? la falta del producto, que el racionamiento se hizo realidad en varios estados de la Rep?blica, entre los cuales Coahuila no fue la excepci?n.

El tema de moda parti? en dos a la sociedad mexicana, mostrando -? de nueva cuenta – el terrible rostro de la polarizaci?n. Hoy en d?a somos testigos de las m?s amargas expresiones de una guerra anunciada. Pobres contra ricos; fif?s contra los de a pie; mireyes contra god?nez; todos contra todos. Las opiniones abundan,? mientras que? las soluciones concretas escasean m?s que los campeonatos del Cruz Azul (sin enojarse, mi querido amigo Adri?n Gonz?lez). Ahora todos somos expertos en la materia. Sabemos (y sabemos bien) de extracci?n; refinaci?n; importaci?n; distribuci?n; comercializaci?n y abasto de energ?ticos. La tristemente c?lebre palabra huachicol (por cierto, de origen desconocido), se ha convertido en el com?n denominador en las pl?ticas de mesa y sobremesa. Son tantos los datos que recibimos respecto al asunto de marras, que – con apenas nueve a?os de edad – mi hijo entiende con claridad el fen?meno y es capaz de explicarlo con sorprendente fluidez. Como es de esperarse, su principal fuente de informaci?n son las peligros?simas redes sociales y otras plataformas como YouTube. Precisamente ayer ? a su saber y entender – el ?minimi? me hizo saber sus impresiones sobre la insuficiencia del combustible y los mecanismos que deben implementarse para matizar los efectos generados a ?ltimas fechas. Antes de concluir con su an?lisis sobre pol?tica energ?tica, me solt? una pregunta que ? de inicio ? bien podr?a colocarse en el ?mbito de su pueril inocencia: ??y por que el presidente no abre los ductos y ya??, me dijo. Como todo pap? al que le faltan respuestas y le sobran argumentos, solo atine a decir: ?vete a dormir porque ya es tarde?; pero indudablemente su sencillo cuestionamiento bien se presta para la reflexi?n. ??Realmente estamos frente a un problema de ?tubos? o existen otros factores ocultos en el discurso oficial? Si bien, el llevado y tra?do desabasto se debe al ya famoso? cierre de los ductos y ?sta acci?n tiene su origen en el combate al robo de energ?ticos, Juan Pueblo sigue pregunt?ndose si la estrategia emprendida ha sido la correcta y en ello estriban las irreconciliables posturas de Tirios y Troyanos. Unos afirman que el mandatario nacional se equivoc? al emprender acciones sin un previo estudio de impacto; los otros responden que las cuestionadas operaciones son parte de su cruzada contra la delincuencia y la corrupci?n y que, ante ?ste escenario, habr? que darle un voto de confianza al principal inquilino de Palacio Nacional.

 

Entre que son peras o manzanas, el Gobierno de la Rep?blica, a trav?s del gabinete energ?tico y de seguridad, present? un primer ?corte de caja? respecto al combate al huachicoleo. De acuerdo a cifras oficiales, nueve pipas y doscientos mil litros de combustible robado han sido asegurados a partir de diciembre del presente a?o; m?s de cuatro millones de barriles fueron recuperados y devueltos a Pemex; mientras que ya suman mil setecientas las carpetas de investigaci?n abiertas en la PGR por el delito de robo de hidrocarburos. Adem?s, ante el creciente malestar social, el presidente anunci? la apertura de siete ductos, entre los cuales se encuentra el de Cadereyta, mismo que abastece a la regi?n sureste de nuestra entidad.

 

Aqu? en confianza, pese a las diferencias ideol?gicas debemos recordar que m?s de ?treinta millones de mexicanos eligieron a Andr?s Manuel para dirigir los destinos de este pa?s. En uso de sus atribuciones, el presidente y su equipo tomaron una decisi?n y la ejecutaron. Aqu? no hubo una consulta para que el pueblo ?bueno y sabio? opinara; el hombre asumi? su responsabilidad como gobernante de la naci?n; para eso fue electo. Sin embargo, con esa misma responsabilidad, las autoridades deber?n aceptar – de una vez por todas – que de continuar el desabasto de gasolina como hasta ahora, las largas filas y las mentadas de madre ser?n lo de menos; las p?rdidas econ?micas ?- que hasta este momento son inciertas – pueden llegar a ser incalculables. Al tiempo.

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