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Aquí en confianza

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Iván Garza García

 

Hoy no hay; vuelva mañana

 

 

Tratemos de imaginar  por un momento la frustración que experimenta una persona que se encuentra afectada por un padecimiento crónico, quien después de esperar por horas en una mal formada fila cercana al área de farmacia de un centro de salud cualquiera, recibe la noticia de que no le será posible obtener el medicamento que le fue recetado para controlar su enfermedad.

 

Lo mismo los diabéticos que los hipertensos; igual las víctimas del asma que de la artritis; peor aún, los enfermos de cáncer a quienes se les han negado las imprescindibles quimioterapias ante la falta de los insumos necesarios,  todas y todos regresan a sus hogares con la fugaz esperanza que ofrece el recurrente estribillo: “regrese en los próximos días, tal vez entonces llegue la medicina que necesita”.

 

Cierto, el sistema  público de salud en México nunca ha mostrado al respetable una cara amigable; sin embargo, el desabasto de medicamentos e insumos médicos se ha recrudecido en los últimos dos años de manera alarmante.

 

Del perturbador contexto podemos culpar al mal de moda y sus terribles consecuencias (tal parecería que el resto de las enfermedades tomaron unas prolongadas vacaciones), pero no todo en la escena sanitaria se llama COVID- 19; de hecho, de acuerdo al colectivo Cero Desabasto, el cual es conformado por 47 distintas asociaciones de pacientes, la consulta por cualquier padecimiento cayó 107 por ciento entre los años 2019 y 2020, lo que equivale a 45 millones de consultas menos. Lo anterior podría generar un efecto positivo en cuanto a la distribución de fármacos; la ecuación es sencilla, pues el requerimiento de medicinas es directamente proporcional a la cantidad de consultas prestadas. Pese a lo antedicho, en los últimos dos años el IMSS emitió 431 millones de recetas de las cuales al menos 21 millones no fueron surtidas en forma completa o – de plano – fueron negadas. Si lo anterior le parece poco, déjeme decirle – amable y única lectora –  que en el programa “Tu receta es tu vale”, por medio del cual se garantiza la entrega del medicamento al derechohabiente, ocho de cada diez vales no fueron efectivamente canjeados. Como si le faltara una cereza al pastel, según datos de la propia Secretaría de Salud, durante 2020, una de cada cuatro recetas emitidas en las unidades de primer nivel de atención en todo el país, no fue provista.

 

¿Por qué la situación se ha agravado en los últimos años al grado de enfrentarnos a una verdadera crisis? Para responder,  hagamos un brevísimo recuento.

 

Como prometer no empobrece, al inicio del 2019 (3 de enero para ser mas específico), el Presidente de las y los mexicanos advirtió que el sistema público de salud en México se encontraba en estado crítico, al tiempo que criticó ácidamente los mecanismos a través de los cuales se venían realizando las compras de medicamentos y, finalmente, aseguró que el nuestro sería como los sistemas sanitarios de Canadá, Reino Unido o Dinamarca, por lo que se comprometió a ofrecer tales resultados en un plazo no mayor a dos años. Sobra decir que los servicios de salud pública no mejoraron en el término señalado; ni siquiera se mantuvieron en el punto de inicio sino que han empeorado significativamente.

 

Luego, ante los ya acostumbrados señalamientos de corrupción, el gobierno federal puso en marcha una investigación en contra de empresas farmacéuticas a las que se acusó de generar monopolios; las anteriores medidas derivaron en la multa e inhabilitación de nueve empresas que proveían de medicamentos e insumos al IMSS e ISSSTE.

 

Más tarde, a finales de 2020, el mandatario nacional declaró que (ahora sí) se lograría el tan anhelado abasto de medicinas y anunció la firma de un acuerdo con la ONU (específicamente con la UNOPS), con el fin de adquirir los fármacos en el extranjero a precios más bajos. Para cumplir con propósito planteado, hubo de reformarse la Ley de adquisiciones, arrendamientos  y servicios. Pese a ello, la fórmula resultó, además de cara, tremendamente lenta. Como si la mala suerte persiguiera mexicanos por deporte, la mentada agencia internacional ha convocado a seis licitaciones, pero hasta la fecha no ha emitido los correspondientes fallos. Para acabar con el cuadro, las mismas empresas farmacéuticas que fueron inhabilitadas por la SFP y cuyas sanciones fueron presumidas por todo lo alto, participan en las referidas licitaciones.

 

Aquí en confianza, entre que son peras o manzanas, los medicamentos siguen sin llegar y las huestes del régimen cuatritransformado ya no saben si responsabilizar a Felipe Calderón, al conservadurismo o al llevado y traído neoliberalismo; lo cierto es que – por lo pronto – las y los mexicanos que cubren o cubrieron las correspondientes cuotas para recibir los servicios de salud pública, siguen tocando con insistencia la ventanilla de las farmacias y escuchando por enésima ocasión – como si su padecimiento pudiera esperar mejores tiempos – un amable pero desinformado: “hoy no hay medicina; vuelva mañana”. Ahí se los dejo para la reflexión.

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