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Aquí en confianza

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Iván Garza García

 

 

El triunfo de Biden y sus implicaciones en México

 

 

Apenas la semana pasada lo adelantamos en este espacio; las elecciones presidenciales en las tierras del Tío Sam estaban destinadas a tener un final de fotografía. Si bien, los resultados definitivos aún no se dan a conocer al respetable, el virtual ganador de la contienda es el demócrata Joe Biden, quien de acuerdo a los conteos preliminares, superó la barrera de los 270 votos en el complejo entramado electoral de los Estados Unidos.

 

La tardanza en el anuncio del ganador se encuentra plenamente justificada. El alto volumen de los sufragios emitidos por medio del correo y los requisitos que supone su verificación, hicieron lento el recuento y provocaron la referida dilación. Sin embargo, con proclama oficial o si ella, la conclusión se antoja irreversible.

 

Quien parece tener “otros datos” es el todavía inquilino de la Casa Blanca, quien ni tardo ni perezoso aplicó la vieja confiable y desconoció haber sido derrotado: “La elección está lejos de haber terminado”, dijo el magnate en un comunicado; “Gané la elección y por mucho”, también expresó vía twitter. De esa forma, sin referir aspectos específicos ni aportar ningún tipo de evidencia, el también candidato republicano acusó fraude electoral y añadió: “vamos a acudir a la Suprema Corte. Queremos que se detenga el conteo”; “¡esa perra ya me mordió!”, habría dicho Don Héctor, con un característico sonsonete. Como era de esperarse, Trump no se quedaría de brazos cruzados ante el triunfo de su contrincante, mucho menos si esto implica ser el primer presidente en no repetir mandato desde la década de los noventas.

 

Entre que son peras o manzanas, nuestros vecinos del norte han sido testigos de un proceso sin precedentes en la historia reciente. Además de que tanto la campaña como la jornada comicial se produjeron en plena pandemia, Biden ocupará la Oficina Oval a los 78 años, lo que lo convierte en el hombre de mayor edad electo como mandatario de la nación de las barras y las estrellas; además, en su encargo lo acompañará Kamala Harris, primera mujer ungida como vicepresidenta y cuya herencia multiétnica le ha colocado signos de exclamación a su nombre y presencia, al tiempo que se ha generado una especial expectativa en torno a su actuación.

 

Reza el refranero popular: “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”. El inminente arribo de Biden abre un abanico de posibilidades cuyos efectos se verán reflejados irremediablemente de este lado del Río Bravo.

 

En principio, México podría dejar de ser el principal socio de los Estados Unidos si este país decide poner fin a su guerra comercial con China mediante el levantamiento de las medidas arancelarias impuestas. El eventual cambio de estrategia impactaría tremendamente en la dinámica de negocios actual entre los países vecinos. Por otro lado, Biden y sus huestes pondrán especial atención al cumplimiento de las disposiciones contenidas en el capítulo laboral del T-MEC, mientras que buscarán hacer efectivas la sanciones para el caso de que México inobserve sus compromisos. La política migratoria también será un tema sujeto a revisión; al respecto, se espera que el muy llevado y traído muro fronterizo quede en el olvido, que haya beneficios para los llamados dreamers y que se detenga de una vez por todas la separación de familias migrantes. En materia de seguridad los cambios se dejarán sentir mas temprano que tarde; la relación estratégica entre ambas naciones para contener el tráfico de drogas y de armas será trascendental. Finalmente, especial énfasis tendrá el debate sobre las energías limpias, pues las posturas del gobierno mexicano contrastan con las del próximo mandamás norteamericano. Mientras que Biden ha mencionado que hará cumplir los acuerdos de París, el presidente López Obrador apuesta a las energías fósiles y al uso del carbón, lo cual podría representar un repentino dolor de cabeza al interior del Palacio Nacional.

 

Aquí en confianza, mención aparte merece la postura del mandatario mexicano respecto a la elección de marras. Enfundado de nueva cuenta en la Doctrina Estrada, el líder de la 4T ha evitado a toda costa reconocer la victoria de Joe Biden y enviar sus felicitaciones. Mientras que la gran mayoría de los jefes de estado se han pronunciado acerca de las resultas de los comicios en Estados Unidos y han deseado éxito al demócrata, el presidente de México ha decidido unirse al reducido grupo de gobernantes como Xi Jinping, Putin y Bolsonaro, que no lo han hecho, legitimando con ello el alegato de fraude esbozado por el candidato vencido. ¿Será acaso que el señor López hizo las cuentas y sabe bien que Donald Trump estará en el cargo durante 10 semanas más y aún puede hacer una que otra “travesura”? Es pregunta.

 

 

 

 

 

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