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Aquí en confianza

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Iván Garza García

 

 

Pongamos que hablo de Madrid

 

 

Para Martín, con un abrazo hasta el lugar

donde descansan los hombres buenos.

 

 

Pese a que su madre, la actriz de origen italiano Lucía Bosé, murió a los 89 años víctima de COVID–19, el polifacético interprete – también hijo del extinto matador Luis Miguel Dominguín –  causó revuelo en las redes sociales gracias a sus polémicas declaraciones en relación al virus de moda.

 

Resulta que a Miguel Bosé le dio por criticar ácidamente los esfuerzos que se realizan para la obtención de una vacuna que permita prevenir la enfermedad que tiene en jaque a la humanidad, al tiempo que se opuso a las medidas implementadas por parte de las autoridades respecto al uso obligatorio del cubrebocas. En ese contexto, el cantante avecindado en México, invitó a sus seguidores para unirse a una manifestación pacífica en la capital española.

 

La protesta de marras fue originalmente impulsada por un profesor valenciano de yoga, quien – a través de su canal de YouTube – ha sostenido que “no existe ningún virus apocalíptico que esté matando a la gente” y que “la pandemia es una farsa orquestada por las élites gubernamentales con la connivencia de los medios de comunicación para atemorizar a la ciudadanía, confinarnos y quitarnos nuestros derechos y libertades”. Tal grado alcanza la teoría conspiranoica del susodicho yogui que ha llagado a garantizar que el coronavirus fue inoculado a la población por medio de la vacuna contra la gripa, ¡hágame usted el favor!

 

De acuerdo a cifras oficiales, casi tres mil personas se dieron cita en la Plaza de Colón para alzar sus reclamos por las obligaciones impuestas frente a la pandemia. “Estamos perdiendo nuestros derechos civiles sin razón científica”, mencionó uno de los manifestantes; “tres de mis vecinos han muerto y a sus familiares les han dicho que ha sido por coronavirus, pero ya estaban enfermos antes”, dijo otro más. Las consignas colocadas en los carteles mostraron un mordaz ingenio; “fuera bozales no somos animales”, rezaba una de las pancartas, mientras que en otra podía leerse: “no somos delincuentes, queremos respirar”.

 

Las medidas adoptadas por el gobierno español tienen como propósito evitar rebrotes en uno de los países europeos mayormente golpeados por el bicho. Desde el pasado 31 de enero, fecha en la que se detectó el primer caso en la “Madre Patria”, 360 mil personas han resultado contagiadas y casi 30 mil han perdido la vida. Entre el 14 de marzo y el 21 de junio la población fue confinada en sus hogares, pero la “nueva normalidad” ha potenciado la transmisión del virus. De hecho, ahora mismo España tiene una tasa de 60.2 personas contagiadas por cada 100 mil habitantes, cifra solo superada por Rumanía y Luxemburgo.

 

Como si fuera un reflejo de la colonización, de este lado del Atlántico “no curtimos mal las vaquetas” (dijera Don Héctor).

 

Según estudios de la Universidad Johns Hopkins, la lista de decesos a causa del COVID–19 la encabezan los países cuyos dirigentes han hecho pública su reticencia al uso del cubrebocas; es decir, Estados Unidos, Brasil y México. Ojo, asegurar que el número de fallecimientos esta íntimamente ligado a este hecho sería por lo menos aventurado, pues tal aseveración carecería de rigor científico; sin embargo, la casualidad llama poderosamente la atención. Y aunque hasta el Premio Nobel Mario Molina, ha pedido al mandatario nacional utilizar cubrebocas en eventos y giras para dar un ejemplo a sus compatriotas, el macuspano favorito ha sido enfático al declarar: “… me voy a poner el tapaboca ¿saben cuándo?, cuando ya no haya corrupción”. Por si no fuera clara su postura, el Presidente de los mexicanos afirmó que los escapularios y “detentes” son mecanismos efectivos para protegernos de la enfermedad y que “estar bien con nuestra consciencia, no mentir, no robar y no traicionar ayuda mucho para que no te de el coronavirus”.

 

Aquí en confianza, mientras que los contagios y muertes aumentan en forma acelerada, el uso del cubrebocas divide opiniones. Así las cosas en el lugar en el que aún no se logran consensos para enfrentar los estragos de la pandemia; en el que el manejo político pesa mucho más que las recomendaciones científicas; en el que el sistema de salud se encuentra a punto del colapso; en el que las camas disponibles y respiradores son cada vez mas escasos; en el que las pruebas siguen siendo insuficientes y sus resultados son tan tardados que imposibilitan una atención oportuna; en el que la indolencia del líder se muestra cada mañana sin recato, en franca afrenta a los cientos de miles que ahora mismo lloran la partida anticipada de un ser querido. Pero no se confunda amable y única lectora, pues como dijo el “flaco de Úbeda”, el gran Joaquín Sabina: “pongamos que hablo de Madrid…”. Ahí se los dejo para la reflexión.

 

 

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