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Algo que vale la pena contar

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ALBERTO BOARDMAN

Terra Insecta

Ser insecto, contra todo pronóstico, no es para nada insignificante. En datos duros, por cada humano en el planeta existen 200 millones de insectos. No verlos, no quiere decir que no anden por ahí. Justo en este instante trillones de insectos (más que todos los granos de arena de todas las playas del mundo), vuelan, caminan y se arrastran por el planeta. En su conjunto representan más de la mitad de las especies multicelulares conocidas y hablando de diversidad, en el planeta los insectos representan un 44%, contra apenas un 2% de los vertebrados que sumarían mamíferos, peces, aves, reptiles, entre los que por supuesto, se incluye al humano.

Existen insectos pequeñísimos como una avispa de 0.16 milímetros y otros bastante largos, como el insecto palo de 62.4 centímetros. Antiguos y primigenios habitantes del planeta, incluso mucho antes que los dinosaurios, poseen una característica especial que los hace únicos, un insecto en toda regla invariablemente, debe contar con seis patas, cuerpo seccionado en tres, y dos antenas. De ahí que arañas, ciempiés, gusanos y muchos otros más, no entren en la clasificación de insecto.

Resultan sorprendentes, sobrevivientes a cinco rondas de extinción masiva de especies, y dominantes del espacio aéreo por más de 150 millones de años, en ese término no existe nivel de comparación con los apenas 200,000 años del Homo Sapiens.

¿Le gustaría saber más? Lea el excelente libro «Terra Insecta», de la doctora noruega en biología y conservación, Anne Sverdrup-Thygeson,  publicado por editorial Ariel, y que de manera reciente se ha puesto en venta. Hay dos formas de adquirirlo de manera virtual, en libro digital, o si lo prefiere como yo, en la versión impresa; aunque para esta última, el único inconveniente es la espera de más-menos una semana, en lo que la paquetería hace la entrega. Vale la pena, un libro completamente recomendable que con un lenguaje sencillo y ameno, nos proporciona excelentes horas de esparcimiento, conocimiento y cultura general. A fin de cuentas, con esto del confinamiento, poco falta ya para sentirnos hormigas en un terrario.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.

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