
Por/Factor
Ciudad de México.- “En el mes de abril –recuerda un cadete de la Marina, que estudiaba en la Cuarta Región Naval– íbamos a práctica de tiros. Estábamos arriba del camión, casi a punto de salir, cuando nos dijeron que bajáramos, entregáramos las armas y nos formáramos para ir al auditorio. Procedimos. Pensamos que nos darían conferencias. Solo dijeron que era por orden del director. Cuando llegamos, en el auditorio había elementos de la Secretaría de Marina vestidos de camuflaje, otros con uniforme de Infantería de Marina y otros de civil”.
“Nos dieron un documento que decía que la Unidad de Inteligencia Naval (UIN) nos iba a decomisar teléfonos, equipo de cómputo, cualquier dispositivo electrónico. En una hoja deberíamos de poner contraseñas de bloqueo de todas las aplicaciones. Decía que si estábamos de acuerdo revisarían todos los equipos, solo firmaríamos sí o no”.
A quien no quisiera colaborar se lo pondría a disposición de su respectivo mando y se atendría a las consecuencias, como faltas disciplinarias que el mando considerara pertinentes imponer, desde el arresto hasta la baja de la institución.
Este es el caso de jóvenes estudiantes de la Secretaría de Marina Armada de México, Cuarta Región Naval, a quienes días antes de graduarse se les negó ese derecho. En lugar del certificado que avala la carrera, recibieron la baja de la institución. El Consejo de Disciplina ignoró su buen comportamiento, sus participaciones y sus buenas calificaciones; también les negó una adecuada defensa y un debido proceso. Este medio dialogó con varios de los estudiantes, sus abogados y sus padres. Solo uno aceptó que se publicara su entrevista y, por su seguridad, lo llamaremos Roberto. Se remonta al pasado abril: “Éramos 22 elementos de tercer año, 21 de segundo. 40 iban a capacitación, eran marinos, y unos 15 cadetes de la Escuela de Aviación”.
Llevaban unas cinco horas sentados en las butacas del auditorio, cuando los hicieron pasar al sanitario, donde les practicaron un examen toxicológico: orinaban en una muestra instantánea, si daba positivo a un analítico eran retenidos allí mismo. Roberto salió negativo a todo. Anteriormente estas pruebas se las hacían cada seis meses, después cada año durante el examen médico militar (EMMA), cuando los someten a todo tipo de revisiones médicas y de laboratorio.
“Yo siempre salí negativo a toda droga –continúa Roberto–. El día que la hacen en el sanitario del auditorio, me parece que hubo cuatro o cinco, tanto de mi escuela como de Aviación y oficiales que salieron positivos. Después del examen toxicológico regresamos al auditorio y nos dejaron esperando una o dos horas más, luego no sacaron a formar para llevarnos a los alojamientos. “Cuando llegamos, pasaron una unidad canina por nuestro dormitorio y nos hicieron sacar todo de las taquillas: uniformes, ropa que tuviéramos doblada, bolsas… las calcetas las desdoblaron y las sacudían para ver si teníamos algo en ellas. Todo lo revisaron a uno por uno.