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De pol?tica y cosas peores

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Por: Armando Fuentes

 

CIUDAD DE M?XICO.- El severo genitor de Dulcil? le pregunt? al galancete que la cortejaba: «D?game, joven: ?ama usted a mi hija?». Contest? el boquirrubio: «La amo sobre todas las cosas, se?or. Sobre la cama, sobre el sill?n, sobre la alfombra.». Do?a Panoplia de Altopedo, dama de buena sociedad, hac?a su caminata diaria por el parque con Pipina, su perrita poodle, cuando vio a un ni?o que lloraba desconsoladamente en una banca. Fue hacia ?l y le pregunt?, tierna y afable: «?Por qu? lloras, buen ni?o?». «Perd? 50 pesos -respondi? entre sus l?grimas Pepito, que tal era el peque?o gemebundo-, y tengo miedo de llegar a mi casa, pues mi pap? se va a enojar». «Vamos, vamos, buen ni?o -le dijo la se?ora De Altopedo, que si bien era compasiva no andaba sobrada de expresiones-. Toma los 50 pesos y no llores m?s. Pero dime, buen ni?o: ?d?nde perdiste esos 50 pesos?». Tom? Pepito el billete que le tend?a do?a Panoplia y respondi? enjug?ndose las l?grimas: «En el p?quer». Escena: la habitaci?n 200 del Motel Kamagua. Lleg? al culmen del ?xtasis org?smico el acto natural entre Susiflor y su novio Pitorrango, y los ah?tos amantes quedaron de espaldas en el lecho, pose?dos por la dulce languidez que sigue al bien cumplido amor. Y es que el gal?n hab?a puesto en ejercicio todas sus destrezas de consumado follador, tanto en el foreplay, que son las caricias previas a la fusi?n de cuerpos, las cuales llev? a cabo con delectaci?n morosa, como en el performance -el acto propiamente dicho-, que realiz? en manera tal que dej? al Kama Sutra en calidad de cuentecito de Walt Disney. «?Caramba, Pito! -exclam? Susiflor euf?rica y entusiasmada-. ?Qu? equivocado est? mi papi con respecto a ti! ?Dice que no sirves para nada!». Cassius Clay, o sea Muhammad Ali, quiz? el m?s grande pugilista que en la historia del boxeo ha habido, sol?a decir que ganaba sus peleas antes de subir al ring. Su t?ctica consist?a en debilitar psicol?gicamente a sus rivales en los d?as previos al combate. Lo hac?a mediante declaraciones en que los insultaba, los ridiculizaba y los hac?a objeto de toda suerte de amenazas. Se le atribuye la frase: «?Para qu? enfrentarte al 100 por ciento de tu adversario cuando puedes hacerlo con el 50?». Bien se podr?a decir que ese es el m?todo que ha aplicado Trump en su relaci?n con M?xico. Antes de que los representantes mexicanos suban al ring ya los tiene contra las cuerdas por efecto de una permanente campa?a de acoso y hostilizaci?n contra nuestro pa?s. Y sin embargo ni el Presidente Pe?a ni sus ministros deben llegar d?biles y atemorizados a la cita con el prepotente mandatario o sus personeros. M?xico no es una rep?blica bananera. Tenemos con qu? responder a los desplantes del bravuc?n. Hag?moslo. Enfrentemos con serenidad e inteligencia sus alardes mostr?ndole datos duros de las relaciones econ?micas entre M?xico y los Estados Unidos. Ellos tambi?n tienen mucho que perder. Que se d? cuenta de que los mexicanos podemos establecer tratados con pa?ses no afines al suyo. La opini?n internacional est? de nuestra parte. Eso s?: por encima de todo ha de estar la defensa del inter?s de la Naci?n y de su dignidad. Ya conocemos a Capronio, sujeto ruin y desconsiderado. Su esposa lleg? del hospital donde estaba su mam?. Le pregunt? Capronio: «?C?mo sigue tu mami?». Respondi?, triste, la se?ora: «El m?dico dice que debemos prepararnos para lo peor». «?Dios m?o! -palideci? Capronio-. ?Se va a mejorar?». Afrodisio, hombre proclive a la concupiscencia de la carne, andaba preocupado. Un amigo le pregunt?: «?Qu? te sucede?». Contest? el salaz sujeto: «En Navidad le llev? un regalo a mi novia y me dijo: ‘Mejor gu?rdamelo para el D?a de la Madre'». FIN.

 

MIRADOR

 

Ibn-al-Hadid, califa de Granada, se enamor? perdidamente de Jativa, a quien conoci? en un lupanar al que sol?a ir, disfrazado, con sus compa?eros de correr?as nocturnas.

La llev? a vivir en el palacio, lo que escandaliz? a su anciana madre y a la corte. Por ella dej? de gobernar su reino, pues todo el tiempo lo pasaba en el lecho de la hermosa. Termin? por perder la ciudad, que los cristianos tomaron sin combatir. Hadid huy? vestido de campesino, el disfraz que usaba para sus devaneos. En la hu?da muri? su madre, y Jativa lo dej?.

Solo, abandonado, viv?a en una cueva del desierto. Vest?a harapos; ?l, que hab?a conocido la caricia de la seda. Com?a hierbas y ra?ces; ?l, que hab?a disfrutado todas las exquisiteces. Beb?a el agua de las pe?as; ?l, que desafiaba las prohibiciones del Profeta para gozar el mejor vino de la tierra.

Y aun as? no era desdichado. Los recuerdos lo hac?an feliz. Dec?a a los peregrinos que le daban limosna con tal de o?r su historia:

-Una sola noche con ella val?a m?s que todos los reinos.

?Hasta ma?ana!…

 

MANGANITAS

 

«. El conferencista dijo que al general Dolman le hab?an dado un balazo en los Dardanelos.».

Le coment? Dulcil?

en voz muy baja a su t?a:

«La verdad, yo no sab?a

que se llamaran as?».