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Aqu? en confianza con Iv?n Garza Garc

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La otra revoluci?n

107 a?os han transcurrido ya desde que se dio inicio a la gesta revolucionaria en nuestro pa?s. La terrible desigualdad de la ?poca cal? tan hondo que fue necesario emprender un proceso transformador. Con claros ideales, algunos de ellos hasta ahora inalcanzados, los protagonistas de la Revoluci?n Mexicana plantearon sus respectivos proyectos de naci?n y a trav?s de las armas persiguieron afanosamente cumplir los prop?sitos largamente postergados. A veces siendo antagonistas entre s?, lo mismo el ?Centauro del Norte?, que el ?Caudillo del Sur?; igual Madero que Carranza, Obreg?n y Calles; todos, absolutamente todos fueron llamados a reescribir la historia de la patria que hab?a sido separada por una ingente brecha social. Mujeres y hombres, valientes y decididos, dieron aliento a la proeza que permiti? la construcci?n del andamiaje pol?tico y social sobre el cual pesa el M?xico de hoy.

El Plan de San Luis, redactado en la texana ciudad de San Antonio por el parrense Francisco Ignacio Madero Gonz?lez (aunque el documento fue fechado en octubre para hacerlo coincidir con la estancia del personaje en la localidad potosina), constituy? el detonante de la bomba que estallar?a el 20 de noviembre de 1910. Habr?a de transcurrir m?s de una d?cada y cientos de miles de mexicanos ca?dos en batalla, para que la revoluci?n tuviera un desenlace; hay quienes afirman que esta no concluy? sino hasta los a?os cuarenta. Otros garantizan que el movimiento no se habr? consumado, hasta en tanto los objetivos que motivaron la toma de armas hayan sido alcanzados a plenitud. Al escribir esto, a?n puedo escuchar en mi mente las voces de quienes, apersonados a las afueras del Palacio Legislativo de San L?zaro, coreaban al un?sono: ?Zapata vive; la lucha sigue?. No recuerdo con exactitud la causa de la disidencia; no s? si se trataba de alg?n conflicto magisterial o aquel surgido por la liquidaci?n del organismo Luz y Fuerza del Centro; bien pudieron ser los emisarios del Barz?n, o un grupo de campesinos de Veracruz, Oaxaca o Guerrero que exig?an mejores condiciones para la comercializaci?n de sus productos, pero los que ah? estaban se manifestaban en nombre de la revoluci?n y los revolucionarios.

Aqu? en confianza, no basta con recordar mediante alegres festejos y desfiles multicolores aquella cruenta lucha entre compatriotas, sus causas y consecuencias. No es suficiente recetarnos el marat?n de pel?culas alusivas al movimiento armado protagonizadas por Mar?a F?lix y Pedro Armend?riz, o hacer como que escuchamos con atenci?n a los ni?os cantando en el festival escolar ?Adelita?, ?Marieta? y ?La Valentina?. Es momento de ?la otra revoluci?n?; la que surge del pensamiento y las ideas; la que se gesta en las aulas, en los talleres, las oficinas y factor?as. La revoluci?n por la que las y los mexicanos abandonemos de una vez y para siempre la terrible concepci?n de que somos v?ctimas de nuestro entorno y circunstancia; en la que dejemos de culpar a otros y asumamos nuestras propias responsabilidades. La revoluci?n de la educaci?n y el

empoderamiento, en la que seamos m?s proactivos y menos reactivos; La revoluci?n en la que se reconozcan los derechos y las libertadas de todas las personas por igual, en la que las mujeres finalmente jueguen el papel que en justicia les corresponde y que les hemos negado hist?ricamente. La revoluci?n en la que dejemos de ser, a decir de German Dehesa, un pueblo ?sufridor? por naturaleza y nos aventuremos como sociedad a intercambiar las pueriles quejas por contundentes acciones; la otra revoluci?n, por la que seamos capaces de so?ar en grande y alcanzar las metas por dif?ciles que estas sean.

Una bala del rev?lver 38 Smith & Wesson que portaba el Mayor Francisco C?rdenas le arrebat? la vida. Su cuerpo inerte yac?a en un charco de sangre junto al sed?n Protos color negro que lo hab?a transportado hacia su destino final. Nunca sabremos si el certero tiro le doli? m?s que el sacrificio de su hermano Gustavo, cruelmente torturado y tambi?n muerto en la Decena Tr?gica, o la inexcusable traici?n de Victoriano Huerta para convertirse en presidente de los mexicanos. El que ahora llamamos ?Ap?stol de la Democracia? alguna vez dijo: ?Un buen gobierno solo puede existir cuando hay buenos ciudadanos?. Ah? se los dejo para la reflexi?n.

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