ALBERTO BOARDMAN
«Me asom? a la ventana y en lugar de jard?n hall? la noche enteramente constelada de nieve. La nieve hace tangible el silencio y es el desplome de la luz y se apaga. La nieve no quiere decir nada: Es s?lo una pregunta que deja caer millones de signos de interrogaci?n sobre el mundo».
Jos? Emilio Pacheco, Noche y nieve.
Y con el invierno, llega la nieve. Cristales formados en la atm?sfera que al interactuar entre s?, gracias a la humedad y el fr?o, se unen moldeando copos que por gravedad y peso descienden. Es necesario que la temperatura atmosf?rica se encuentre a cero grados Celsius o menos; a m?s temperatura la nieve modifica su consistencia transform?ndose en granizo o lluvia. Los copos en general miden aproximadamente poco m?s de un cent?metro, y cada uno resulta ?nico, prismas, placas hexagonales o estrellas, pero siempre de seis lados. Entre m?s baja sea la temperatura, el copo siempre ser? m?s peque?o.
Curiosamente la nieve puede resultar mucho m?s mortal que un tornado. Seg?n datos hist?ricos en 1972 Ir?n padeci? un temporal invernal catastr?fico que dej? pueblos cubiertos bajo ocho metros de nieve con m?s de 4 mil v?ctimas mortales. Por su parte el tornado m?s fat?dico se sucedi? en Bangladesh acabando con la vida de 1,300 personas.
Lo divertido del fen?meno meteorol?gico no debe escatimar nuestras precauciones, sobre todo si el disfrute de la nieve se encuentra acompa?ado de sol. La nieve no es blanca, sino m?s bien producto de la refracci?n y absorci?n de los rayos solares por la superficie de los copos. Esta luz puede producir quemaduras en la piel, incluso mayores a las obtenidas en un d?a soleado, as? como peque?as laceraciones en los ojos que pueden generar fotoqueratitis, cuyo resultado final puede llegar a producir ceguera.
«En cuanto caen las hojas, arrancadas por los vientos fr?os y duros, el Pa?s de Nieve se colma de d?as grises, nublados y glaciales. La nieve se siente en el aire… En toda la costa norte el mar de oto?o muge y gru?e; y aqu?, en el coraz?n del pa?s, las monta?as hacen lo mismo, dejando o?r un enorme suspiro parecido al rugido lejano del trueno.» Pa?s de nieve. Yasunari Kawabata.
Somos lo que hemos le?do y esta es, palabra de lector.
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