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Algo que vale la pena contar

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ALBERTO BOARDMAN

Existe en la parte norte de Ontario, Canad?, una peque?a comunidad dentro de los l?mites municipales del lago Kirkland, misma que posee el curioso nombre de ?Swastika?. Cuenta la leyenda que all? por 1907, los hermanos James y William Dusty, vieron por fin fructificada su constante b?squeda de oro con el descubrimiento de una mina en la regi?n, explotaci?n a la que decidieron bautizar simplemente como ?Mina de oro Swastika?, obedeciendo a que en su origen s?nscrito, ?Suast?ka? significa literalmente, ?muy auspicioso?, concepto asociado regularmente a connotaciones de ?xito, fortuna, buena suerte, bienestar o prosperidad.

El caso es que una vez iniciados los trabajos de la mina, toda una sociedad comenz? a florecer a su alrededor. Ya para enero 6 de 1908, se fund? de manera legal la comunidad, siendo los reportes de ferrocarril los primeros en reconocer oficialmente el nombre, puesto que as? se refer?an al sitio para indicar la existencia de un tanque de agua que har?a posible la circulaci?n de los trenes hacia el norte de Ontario.

Hasta ah? todo muy bien, los habitantes felices y contentos, pero algunos a?os m?s tarde, con la llegada de la Segunda Guerra Mundial, el t?rmino y significado de ?swastika? o ?esv?stica?, adquirir?a una connotaci?n diferente, muy arraigada al r?gimen del nazismo y particularmente a Hitler. Por lo que en ese momento el gobierno provincial solicit? cambiar el nombre de la poblaci?n por el de ?Winston?, obviamente en honor a Churchill, pol?tico de moda y nombre que adem?s permit?a dejar muy en claro de qu? lado se encontraban los canadienses en aquel conflicto. As?, el departamento de autopistas de Ontario elimin? los carteles de ?Swastika? y coloc? unos nuevos con el nombre de ?Winston?. Sin embargo, unas cuantas horas despu?s, ya entrada la noche, los residentes de la poblaci?n quitaron a su vez los nuevos carteles y volvieron a colocar los de ?Swastika?, y no precisamente porque simpatizaran con el dictador alem?n, sino por el contrario, dejando muy en claro que el nombre les pertenec?a por derecho, acompa?ando la imposici?n de los viejos letreros con la leyenda: ?Al demonio con Hitler, nosotros escogimos el nombre primero?.

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